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Los glaciares mexicanos en camino a la extinción

Glaciares mexicanos. Foto: UNAM

Desde 2001 declararon la extinción del glaciar del Popocatépetl; el Iztaccíhuatl conserva 5 de 11 cuerpos de hielo y el Pico de Orizaba se deshiela paulatinamente

Por: Rafael López / UNAM

8 de enero 2020.- Las cumbres de tres montañas del territorio mexicano alcanzan más de 5 mil 200 metros sobre el nivel del mar. Se trata de los volcanes Iztaccihuatl (Mujer dormida), Popocatépetl (Cerro que humea) y Citlaltépetl (Cerro de la estrella o Pico de Orizaba).

Esa altitud permite la preservación de hielo en forma de glaciares, pero el calentamiento global los está derritiendo.

Mientras que en la nieve hay aire contenido en su estructura, en el hielo del glaciar ha desaparecido todo el aire. De ahí que haya varias características para considerar a un glaciar como tal.

Hugo Delgado Granados, investigador del Instituto de Geofísica de la UNAM, muestra su preocupación de lo que está sucediendo con los glaciares mexicanos:

“Lo que no corresponde a la evolución natural es el aumento global de la temperatura de varios grados, lo se conoce como calentamiento global. Este calentamiento global se debe a las emisiones de gases de efecto invernadero causantes del incremento del ritmo natural con el que venía aumentando la temperatura ambiente del planeta».

“Hoy en día, se sabe que el ritmo es demasiado rápido y los pronósticos no se cumplieron; es decir, el planeta se encamina más rápido hacia la extinción glacial de lo que se suponía”.

En el Iztaccihuatl, de 5 mil 240 metros sobre el nivel del mar, se cuentan cinco zonas glaciares (uno en el pecho, otro en la “panza”, y tres en el suroriente), pero son pocos comparados con los 11 que llegó a tener.

En cualquier momento el hielo remanente puede desaparecer. Está cerca del límite, advirtió el investigador.

Respecto del Popocatépetl, es un volcán situado a 5,420 m, es decir, tiene 220 metros arriba de lo que es la altitud a la cual deberían prevalecer glaciares, pero debido a la actividad eruptiva los glaciares se extinguieron en el año 2001 y ahora sólo quedan remanentes de hielo.

En cuanto al Citlaltépetl (Pico de Orizaba), es una montaña de 5 mil 670 metros de altitud, con un sistema glacial que ha venido retrocediendo de manera paulatina e importante. “Se piensa que pude permanecer dos o tres décadas más», prevé el científico.

El caso del Popo

Luego de un sistemático proceso de vigilancia y evaluación sobre los glaciares mexicanos, en enero de 2001 los científicos del país dieron por extinto el glaciar del Popocatépetl. La noticia, un verdadero fenómeno climático, causó gran expectación en el mundo científico.

El origen de tan singular suceso, agregó Hugo Delgado Granados, se debe a los efectos que tuvo la erupción del volcán sobre los hielos. Desde que en 1994 comenzó la erupción, los materiales calientes, conocidos como proyectiles balísticos, más las cenizas de la erupción cayeron sobre la superficie de nieve y el hielo glaciar, provocando el derretimiento.

Cuando la nieve recién caída se cubre de ceniza, el nuevo color hace que la radiación solar eleve la temperatura y se derrita. Hay aún hielo en este volcán, pero ya son remanentes del glaciar.

No todas las masas de nieve o hielo se denominan de esta manera; por ejemplo, el casquete polar del norte es un cuerpo de hielo aunque no es glaciar.

Un glaciar es toda aquella masa de hielo que tiene una serie de características, principalmente una dinámica que incluye movimiento desde la altura hacia niveles más bajos y un régimen de pérdida y ganancia.

La altitud a la cual comienza a formarse un glaciar, depende de la latitud. Por ejemplo, a nivel de los polos, la altitud es prácticamente el nivel del mar, pero en el Ecuador los cuerpos de hielo se pueden localizar casi siempre sólo por encima de 5 mil 700 metros.

En México, a diferencia de otros países, los glaciares no están bajo el riesgo de la voracidad de compañías mineras para explotar los recursos minerales.

No obstante, en opinión de Delgado Granados, somos testigos de la desaparición de cuerpos glaciares, por lo que “es determinante llevar a cabo tareas que permitan saber cómo se va a adaptar la población a un cambio de ambiente y de paisaje».

Aunque los investigadores de México, en general, y del Instituto de Geofísica de la UNAM, en particular, han estudiado los glaciares mexicanos durante las últimas décadas, no se ha hecho de forma permanente y sostenida.

“Los científicos establecieron estaciones de monitoreo pero al carecer en México de un servicio glaciológico que atienda estas estaciones, si concluye un proyecto de investigación hasta ahí llega la capacidad de mantenimiento».

“Ahora tratamos de colaborar con el Servicio Meteorológico Nacional para equiparlas y mantenerlas ya que este tipo de actividades de monitoreo de los glaciares debe ser una actividad de tiempo completo».

El reporte de las estaciones de monitoreo instaladas no es alentador: “En la Iztaccíhuatl tratamos de implementar un par de estaciones y como es zona popular de montañistas sin conciencia ambiental fueron las vandalizadas. En el Popocatépetl en razón de que prácticamente no hay glaciares, no tiene sentido instalar estaciones de monitoreo. Así que las únicas estaciones en operación son las del Pico de Orizaba. La infraestructura aún permanece, necesitamos reparar, implementar las estaciones nuevamente para que se produzcan los datos que se requieren».

Si bien los glaciares son cuerpos de agua aunque en forma sólida, en época de secas se funden por efecto del clima y aportan agua a las escorrentías sobre cuencas que irrigan; también aportan grandes volúmenes del vital líquido a los mantos acuíferos.

Por esta razón, si desaparecen los glaciares disminuyen los flujos y no hay agua en la zona baja de la cuenca a la que están alimentando.

“Si la temperatura ambiente global en el planeta disminuye, los glaciares crecen; pero si por el contrario aumenta, los hace desaparecer. En el contexto mundial, los glaciares están desapareciendo», advirtió Delgado Granados.

En los últimos dos millones de años, el planeta experimentó cuatro glaciaciones importantes; cuando concluyó la última glaciación, alrededor de diez mil años, en México había glaciares en el Ajusco, en las sierras de Las cruces y la Nevada.

Sin embargo, los hielos se fundieron y dieron origen al sistema lacustre que encontraron los antiguos mexicanos: en el centro de la Cuenca del Valle de México, en Texcoco y Xochimilco, irrigados por aguas que provenían de los glaciares.

Conforme pasa el tiempo, continuó el investigador, en el periodo posglacial la temperatura aumentó de manera natural.

Eventualmente, se sentirán otros efectos, aclaró el actual director del Instituto de Geofísica. Por ejemplo, cuando desaparezcan los glaciares del Iztaccíhuatl provocarán, al mismo tiempo, un cambio en el clima local por una sencilla razón: el color claro de la nieve y el hielo reflejan la radiación solar, pero si desaparecen estas masas sólo quedará la roca desnuda que, en vez de reflejar la radiación, la absorberá. Así podría haber un aumento de temperatura adicional, lo que hace que el clima cambie en las mismas cumbres.

Esta situación, planteó el investigador, debe considerarse seriamente porque es irreversible, de ahí que el género humano tenga que buscar la manera de adaptarse a cambios: el climático, la temperatura y en el tipo de precipitación pluvial.

Redacción