Agustín del Castillo – PÚBLICO
La ética no es opcional, porque está en el corazón de la actividad o inactividad de todo ser libre. Este viejo debate es esencial a la moderna crisis ambiental porque hoy es más claro que nunca que lo que hacemos o dejamos de hacer puede perjudicar a los semejantes, Homo sapiens, o a los diferentes, que son las otras dos millones de formas de vida planetaria. Así, cientos de especies están en riesgo de desaparecer a golpes de industrialización y ante el aumento de la “huella ecológica” humana.
El tema lo aborda Cristina Cortinas de Nava, una de las grandes expertas mexicanas en el tema de la basura. A su juicio, la gestión de los residuos, peligrosos o no peligrosos, “involucra una serie de decisiones que tienen una importante connotación moral, en la medida que pueden afectar el bien público que se trata de proteger”.
Esas son las conclusiones a las que llega en su ya clásica obra Hacia un México sin basura, cuya edición fue apoyada por la fracción parlamentaria del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), en 2001, y que ha inspirado en buena medida el trabajo de la Semades en el tema, y su sustento técnico apoya la nueva Norma Ambiental Estatal NAE 007, que obliga a la separación de residuos en el estado de Jalisco.
“La sola definición de lo que es un residuo peligroso no sólo representa un desafío para los tomadores de decisiones desde las perspectivas científico-técnica y administrativa […] sino también desde el punto de vista ético, pues si no se clasifica como peligroso un residuo que sí lo es, puede provocar riesgos a la salud y al ambiente”, o al revés.
Además, “la experiencia muestra que lo más frecuente es que se trate de evadir su cumplimiento […] también es un problema moral que las propias autoridades a cargo de la verificación del cumplimiento de las normas, acepten sobornos para no sancionar a quienes las violan”.
De manera que “no es raro encontrar que existen normas que no reflejan la realidad del país, ni atienden problemas sustantivos bien caracterizados, cuyos costos rebasan los beneficios que generan y que, lamentablemente, en algunos casos, parecen haber sido diseñadas con el solo fin de crear negocios, satisfacer intereses personales o gremiales y proporcionar ventajas a sectores poderosos”.
Por eso se debe insistir siempre en una mejora regulatoria que propicie el cumplimiento universal de las normas de acuerdo con las características de cada sujeto.
“No puede dejarse de mencionar la preocupación de quienes cumplen de manera efectiva con las obligaciones que se imponen, mientras otras empresas fingen hacerlo o simplemente evaden este tipo de responsabilidades, lo cual ha llevado a plantear la necesidad de contar con indicadores de gestión y de resultados, que permitan calificar a las empresas y hacer del conocimiento público su desempeño”.
Cortinas de Nava subraya que con el avance del conocimiento técnico y científico, parece ampliarse la brecha entre los tomadores de decisiones y la sociedad.
Desde la perspectiva de un técnico o de un administrador público, la ética ha de aplicarse de forma utilitaria, es decir, considerando el menor daño posible, “admitiendo que no existe riesgo nulo y que de lo que se trata es de fijar un riesgo aceptable o un nivel de riesgo por el cual se esté dispuesto a pagar, por ejemplo, aceptar un incremento de un caso de cáncer en un millón de personas en un periodo de 70 años, como consecuencia de las emisiones contaminantes de un incinerador de residuos”.
Sin embargo, “el público no percibe de la misma manera […] le parece que se trata de una propuesta carente de ética”.
Ejemplo: “…que los científicos consideren el hábito de fumar mucho más riesgoso para la población general que una central nucleoeléctrica, basados en el número de cánceres y muertes que el cigarro ocasiona cada año, en tanto que el público considera más riesgosa la segunda por el recuerdo de la catástrofe de Chernobyl, aun cuando un accidente de esta índole es un evento de baja probabilidad”.
La experta recomienda a todos los responsables en el tema de residuos peligrosos aplicar la norma fundamental del código de la Sociedad Nacional de Ingenieros Profesionales de Estados Unidos: “El ingeniero deberá en todo momento reconocer que su principal obligación es la protección de la seguridad, la salud, la propiedad y el bienestar del público. Cuando su criterio profesional sea desestimado bajo circunstancias en las que la seguridad, la salud, la propiedad y el bienestar social se encuentren en peligro, deberá notificarlo a su patrón, su cliente o a cualquier autoridad acreditada”.