Por: Alejandro Castro
23 de marzo de 2021.-A una década de que fueran identificadas las primeras floraciones de sargazo en el Atlántico Sur, estas algas pardas representan una de las mayores amenazas ecológicas para el Caribe, una región megadiversa que depende de sus recursos naturales.
Desde diciembre de 2020 la floración de sargazo ha mostrado un crecimiento acelerado, apunta el reporte del monitoreo satelital que realiza la Universidad del Sur de Florida (USF) en conjunto con la NASA.
“La crisis se avecina de nueva cuenta a las costas del Caribe”, advierte Alejandro Bravo Quesada, especialista en oceanografía marina y director de Ocean Solutions México.
Mientras tanto, las presuntas causas de este aumento de sargazo, incluida la deforestación y el aumento del uso de fertilizantes en la región amazónica (ver artículo adjunto), junto con el cambio climático, continúan sin cesar.
De acuerdo con el último reporte, de diciembre a enero la cantidad de sargazo en el mar pasó de 3.2 millones de toneladas en diciembre a 4.6 millones de toneladas en enero. Esta cantidad es 4 veces mayor a la reportada para el mismo periodo en enero del año pasado.
El reporte de la Universidad del Sur de Florida señala que esta cantidad es comparable con los registros de 2019, cuando la marea marrón de sargazo transformó por completo el paisaje de aguas turquesa y arenas blancas.
“El fenómeno del sargazo comienza a mostrar algunos patrones de comportamiento desde que comenzamos a observar con más atención, en 2015. La temporada de floración comienza a principios de año y tiene sus picos más altos en el verano, mostrando una baja significativa en el invierno”.
“Vemos que tiene periodos anuales de mayor intensidad, luego menor y vuelve a subir. Estos patrones nos indican que muy probablemente este año tendremos grandes cantidades”, explica Bravo Quezada, parte del grupo de científicos que asesoran al Gobierno de Quintana Roo (Caribe mexicano) sobre este fenómeno.
Con una extensión de 44 kilómetros, el cinturón de sargazo se ubica actualmente al sur de las Antillas Menores, que ya han experimentado recales menores. La dinámica de las corrientes marítimas y la trayectoria que ha seguido en años previos permiten inferir que este sargazo transitará por toda la región caribeña hasta topar con las costas mexicanas y desviar su rumbo al sur de Florida.
Desde hace seis años, el agua marrón, un olor fétido, fauna marina muerta y toneladas de algas acumuladas en la costa son la imagen con la que los destinos turísticos del Caribe reciben a sus turistas en el verano, cuando el recale de sargazo es más intenso.
Pero la mala imagen es solo la punta del iceberg de un “desastre ambiental” a nivel regional si no se controla pronto, advierte Rosa Elisa Rodríguez, investigadora del Instituto de Limnología y Ciencias del Mar de la UNAM. Aunque actualmente no existe una cifra consensuada sobre el impacto económico del sargazo en el Caribe.
En una charla impartida en la Universidad de West Indies en 2019, Edmund Bartlett, copresidente del Global Tourism Resilience and Crisis Management Center, dijo que el costo anual de la limpieza de las islas del Caribe fue de alrededor de 120 millones de dólares.
Esto no incluye la cantidad que cada hotel asigna para limpiar su propia playa todos los días. Los propietarios estiman costos de alrededor de 60 mil dólares anuales para un hotel de tamaño mediano. Pero este monto es variable, dependiendo del tamaño de la playa, su ubicación y la cantidad de sargazo a remover.
Estas cifras sólo tienen en cuenta los costes de limpieza, sin considerar la pérdida de ingresos por una posible caída de la llegada de turistas. Por ejemplo, entre 2018 y 2019, Cancún tuvo una caída en la ocupación hotelera, que en algunos casos alcanzó el 15 por ciento, dice Abelardo Vara, presidente honorario de la Asociación de Hoteles de Cancún, Puerto Morelos e Isla Mujeres.
Durante el último año, la industria hotelera ha sufrido una crisis adicional debido a la pandemia Covid-19, lo que ha hecho que el problema del sargazo no esté actualmente en el centro de atención, pero si no se aborda la situación ecológica, podría empeorar mucho, advierte Vara Rivera.
La acumulación de sargazo en las costas ya refleja impactos en las praderas de pastos marinos, manglares, arrecifes y playas, además de que representa una amenaza para la economía de las regiones que viven primordialmente del turismo, como Quintana Roo (México), República Dominicana; Cuba; Trinidad y Tobago; Jamaica; Belice, Aruba, entre otras.
Las afectaciones medioambientales y económicas han desatado una desesperada búsqueda de soluciones por parte de la comunidad científica y gobiernos de distintos países, sin que hasta el momento se hayan ejecutado acciones contundentes.
En junio de 2019 se realizó la primera Convención Internacional para atender la problemática del sargazo, en Cancún, México como sede.
En esta reunión representantes de 13 países del Caribe se comprometieron a generar alianzas, a través de políticas públicas y generación de conocimiento, para hacer frente a este fenómeno. El compromiso fue refrendado en una segunda reunión realizada en la Isla Guadalupe (territorio de Francia) en octubre del mismo año.
No obstante, se trata de un problema de soluciones complejas, empezando por su origen, afirma el biólogo Adán Caballero Vázquez, del Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY), quien desde hace varios años estudia la invasión de estas algas y su fauna asociada.
Experto en especies invasoras de flora y fauna, Caballero Vázquez afirma que el sargazo que llega al Caribe no proviene del conocido “Mar de los sargazos”, ubicado en la zona del Triángulo de las Bermudas, pues incluso la composición de algas es distinta.
Se trata de un fenómeno relativamente nuevo de acumulación de sargazo entre las costas de Brasil y África, en el Atlántico Sur, al que han denominado “Nuevo mar de los sargazos”.
Alfonso Aguire Muñoz, miembro del Grupo de Ecología y Conservación de Islas, detalla que la biomasa de sargazo que se origina en el Sur es arrastrada por una corriente marina que circula por latitudes tropicales desde las costas del Atlántico oriental, frente a África occidental y la desembocadura del río Congo, pasando frente a las costas del noreste de Brasil, por la desembocadura del río Amazonas, para llegar al mar Caribe y seguir hasta las costas de Florida por el Golfo de México.
“Nuevo mar de los sargazos”
Las hipótesis sobre la formación de este Nuevo Mar de los Sargazos y su recale hasta el Mar Caribe son muchas, pero los expertos consultados coinciden que es, probablemente, una suma de varios factores.
Rosa Isela Rodríguez Martínez, quien es una de las primeras científicas en estudiar el comportamiento de estas algas, refiere que una hipótesis apunta al incremento en los nutrientes del océano en el eje ecuatorial sur, derivado de la descarga de contaminantes en la desembocadura del Río Amazonas, además de los nutrientes que aportan los polvos del Sahara que fluyen en la misma dirección que las corrientes marinas, y que tienen entre sus componentes “abonos” para las algas como magnesio, calcio, fósforo y nitrógeno.
Otro de los planteamientos se centra en el incremento en las temperaturas del océano que favorece el crecimiento de algas, debido al cambio climático.
De acuerdo con Caballero Vázquez, las algas del original Mar de los Sargazos son pobres en nutrientes, mientras que las del Nuevo Mar de los Sargazos tienen altas concentraciones de nutrientes y metales pesados.
Las aguas del Caribe son “oligotróficas”, es decir, con muy baja carga de nutrientes, de ahí su tonalidad y transparencia. Cuando las algas de sargazo llegan a las playas transforman por completo el ecosistema y el paisaje.
Los impactos visibles e invisibles
El primer problema es la descomposición de las algas en el mar, que produce un olor fétido y libera líquidos conocidos como “lixiviados” que cargan de nutrientes el agua.
“Estos lixiviados van escurriendo al mar y forman lo que llamamos la ‘marea café’ (cuando el agua se pone turbia). Para este punto ya hay un crecimiento bacteriano importante en el sargazo y esto hace que bajen muchísimo las concentraciones de oxígeno donde está esta marea marrón”, detalla Rosa Rodríguez.
Lo primero que la académica observó en sus análisis es que en las zonas con altas concentraciones de sargazo y el efecto de la marea café las praderas de pastos marinos comenzaron a morir, debido a que necesitan oxígeno y luz para subsistir.
Los pastos marinos son altamente importantes para la costa, pues son refugio, hábitat y alimento de cientos de especies marinas, además de que protegen la costa de la erosión y disminuyen la fuerza del mar en tormentas y huracanes.
En 2018, continúa Rodríguez, lo que comenzó a registrarse fue la mortandad de especies marinas en las zonas con altas concentraciones de sargazo en las playas, como peces, crustáceos, pulpos, pepinos de mar.
En un estudio liderado por esta científica se registró cadáveres de 78 especies diferentes en toda la costa de Quintana Roo.
Gonzalo Merediz Alonso, director ejecutivo de Amigos de Sian Ka’an, expone que el sargazo también está afectando los bosques de manglar, refugio, hábitat y zona de anidación de cientos de especies de peces
Desde 2015 algunos países del Caribe han adoptado medidas para mitigar los efectos del sargazo en las costas. En el caso de México, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) emitió una serie de lineamientos para el tratamiento integral de las algas, que se traducen en normas no formales.
Por ejemplo, ahora está prohibido enterrar sargazo en la arena, una práctica recurrente hasta 2018. La recolección de sargazo debe realizarse con maquinaria específica, para que no dañe a la anidación de tortugas marinas; las algas deben llevarse a un sitio adecuado de eliminación de desechos.
Sin embargo, las costas ya presentan afectaciones visibles.
La hidrogéologa Guadalupe Velazquez, del Centro de Investigación para el Desarrollo Sustentable (Cides), indica que en el poblado de Puerto Morelos, Quintana Roo las playas han sufrido una grave erosión y compactación, pues en el proceso de recolección se van varios kilos de arena entre las algas, además de la presión que provoca el paso constante de maquinaria.
“Cada que hay fenómenos meteorológicos se puede ver cómo el mar va ganando más y más terreno a la costa, derivado de la grave erosión de las playas”, añade la especialista.
El problema que genera un arribo excesivo de sargazo no termina cuando se saca de la playa, pues hasta la fecha solo un municipio -Puerto Morelos- cuenta con un sitio de disposición final habilitado con geomembrana para evitar que los lixiviados contaminen el suelo.
El resto de los municipios, en el mejor de los casos, lo deposita en sitios destinados para recibir ese residuos, alejados de las zonas urbanas.
Alejandro López Tamayo, presidente de la organización Centinelas del Agua, explica que la región de la Península de Yucatán (México) tiene un sistema de suelo kárstico poroso, con un acuífero a escasos metros de profundidad.
Los lixiviados liberados durante el proceso de descomposición del sargazo, sin tratamiento adecuado, fácilmente se trasminan al manto freático y al acuífero, contaminando el suelo y el agua, asegura López Tamayo.
Otro estudio liderado por la académica Rosa Rodrígez Martínez también advierte de la presencia de elementos contaminantes en el sargazo, como arsénico, cobre, manganeso y molibdeno, que en altas concentraciones pueden ser dañinos para la humanidad, la flora y fauna local.
Los científicos advierten que, a largo plazo, los efectos del sargazo en los principales ecosistemas costeros podrían tener consecuencias irreparables en el Mar Caribe y en la economía de los países que componen esta región del planeta, altamente dependientes de sus recursos naturales.
La gestión de México frente al sargazo
En cinco años, el Gobierno de México no ha logrado contener ni minimizar el problema. Durante los primeros años, el gobierno de Quintana Roo, municipios y principalmente hoteles se encargaron de las labores de limpieza de playas, que significaron inversiones millonarias en la instalación de barreras, compra de maquinaria, pago a trabajadores y costes de transporte y disposición final del residuo.
Para 2019 se integró el Consejo Asesor del Gobierno de Quintana Roo en materia de sargazo y, junto con miembros de la comunidad científica y empresarios, se emprendieron varias iniciativas para el tratamiento integral del sargazo, desde su monitoreo, recolecta en mar, recoja en playas, disposición final e incluso industrialización. Dichos proyectos serían financiados con una bolsa conjunta de los tres órdenes de Gobierno.
Sin embargo, tras diferencias entre los grupos interesados y un escándalo por la presunta inferencia de un funcionario en los contratos -cuya relación no fue confirmada- el proyecto principal denominado Escudo del Caribe fue descartado.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ordenó a la Secretaría hacerse cargo del asunto, al que calificó entonces como “heredado de otros gobiernos” y alegó que se “magnificó” para afectar a su gestión.
Tras la decisión anunciada en junio de 2019, la Secretaría de Marina (Semar), dependencia con funciones de defensa, tomó la batuta de la estrategia de coordinación, sumando a la Secretaría de Ecología y Medio Ambiente de Quintana Roo (SEMA) y los municipios con litoral costero.
Una de las primeras estrategias implementadas por la Semar fue la recolecta de sargazo en mar abierto, en seguimiento a las recomendaciones del Consejo Asesor, integrado por expertos de varios rubros. Para ello se destinaron cinco buques de gran calado.
No obstante, la aportación de la Marina es mínima y con altos costos de operación. En 2019 y hasta septiembre de 2020 la Semar reportó la recolección de sólo 304 toneladas de sargazo en el mar, apenas el 1.6 por ciento de las 18 mil 317 toneladas recolectadas en las playas públicas por los gobiernos municipales.
En las temporadas de mayor arribo de sargazo, desde que los primeros rayos del sol salen cientos de trabajadores temporales contratados por los Ayuntamientos y hoteles recogen toneladas de algas húmedas, para intentar evitar su descomposición en la playa.
“Cuando el turista salga a la playa, ya tiene que ver todo limpio”, es la instrucción que grita un jefe de cuadrilla.
El sargazo representa una amenaza para la industria turística del Caribe mexicano, la más potente de América Latina. “Si no se busca solución pronta al problema, las consecuencias a futuro podrían ser fatales”, asevera Rodríguez Martínez.
Quintana Roo recibe anualmente a 14 millones de visitantes, con una aportación al Producto Interno Bruto (PIB) nacional por más de 60 mil millones de pesos, de acuerdo con informes de la Secretaría de Turismo (Sectur).
Para liderar los mercados turísticos de América Latina, destinos como Cancún, Playa del Carmen, Tulum o Cozumel ofrecen a sus visitantes su principal atractivo: la belleza de sus playas.
En playas de alta concentración de sargazo, principalmente en las bahías y lagunas arrecifales donde las algas se estancan, la tonalidad del agua ha pasado de turquesa a café, cambiando por completo el paisaje, aún cuando no es temporada de arribo.
Un ejemplo de este fenómeno son las costas de Puerto Morelos y Xcalak, así como las bahías de Sian Ka’an.
Además de los problemas ambientales que esto representa, las aguas marrón, similares a las de un río contaminado, no son atractivas para los turistas nacionales y extranjeros.
Soluciones inciertas
En la actualidad hay varias propuestas para la industrialización del sargazo en el Caribe, una medida que solucionaría parte de la problemática, al volver a estas algas un recurso con valor comercial, afirman los promoventes.
Uno de los proyectos más avanzados es el de la empresa Dianco México, que arrancará operaciones en Cancún para transformar el sargazo en biofertilizante. A mediano plazo, la propuesta también contempla la fabricación de celulosa.
Héctor Romero, CEO de la compañía, afirma que la fábrica contará con capacidad para procesar hasta 600 toneladas de algas diariamente.
Otras propuestas sugieren su uso en la industria de alimentos para ganado, en la industria cosmética, de la construcción y para la generación de biocombustible.
Para Adán Caballero, la investigación que se tiene a la fecha sobre las algas del Nuevo Mar de los Sargazos no es suficiente para determinar sus posibles usos, pues las cargas de elementos contaminantes podrían representar un riesgo para la salud.
“El original Mar de los Sargazos tiene varias industrias asociadas y numerosos estudios que sustentan la utilización de estas algas, pero los estudios con los que contamos del sargazo que afecta al Caribe aún son incipientes”, añadió.
Mientras tanto, la marea de sargazo sigue creciendo.
* Esta historia fue producida con el apoyo de Earth Journalism Network de Internews, con edición de James Fahn y traducción de Lucy Calderón.