Hutsekie (La Casa del Oso) ha dejado de ser el territorio donde nació el sol. Y es que desde febrero pasado está en la oscuridad, enterrado bajo toneladas de tierra removida durante la construcción de la carretera Huejuquilla-Bolaños. Por ello, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) no ha podido restaurar el daño que sufrió el sitio sagrado ubicado en el camino a wirikuta y al que asisten cada dos años los jicareros wixárika (huicholes), ni determinar la responsabilidad de las constructoras y de la Secretaría de Desarrollo Urbano en este asunto.
Además, la Secretaría de Desarrollo Urbano (Sedeur) viola con plena conciencia la Ley Federal sobre Monumentos Históricos y Zonas Arqueológicas, pues inició las obras sin permiso del INAH y hasta la fecha no ha entregado los planos del trazo de la carretera, solicitados reiteradamente desde hace un año.
En marzo pasado, cuando las autoridades tradicionales de Tuapurie (Santa Catarina Cuexcomatitlán) detuvieron la maquinaria de las constructoras que iniciaron la carretera e instalaron un plantón para evitar que la obra continuara (por delitos cometidos en contra del medio ambiente y porque la Sedeur falsificó un acta en la que las autoridades tradicionales “aprueban” el proyecto), el antropólogo del Museo Nacional de Antropología Johanes Neurath, emitió un dictamen titulado Caminos impuestos sobre caminos sagrados, en el que señala el daño a La Casa del Oso, donde “se levanta un monolito zoomórfico que representa a ese antepasado petrificado a quien suelen pedir (los jicareros) que los cuide en el camino, que no se hinchen los pies, que no les duelan, que lleguen con bien a su destino. Ante sus pies suelen hacer una ceremonia en la cual le ofrendan flechas, pinolillo, chocolate y otros enseres pidiéndole que les otorgue lo solicitado”.
La delegada del Centro INAH Jalisco, Angélica Peregrina, señala que el reporte se entregó al antropólogo Horacio Hernández, pero “no se puede constatar el daño por las obras de la carretera o si es lugar sagrado y demás. Se supone que es patrimonio intangible, pero por la tierra que le cayó encima ¿cómo puedes emitir un dictamen? El dictamen de Johanes no lo conozco, es lo que él plantea, pero mientras nosotros no podemos mandar a nadie a que mueva toneladas de tierra”.
Peregrina añade que el primer paso es que la Sedeur entregue los planos. “Necesitamos saber qué lugares afectó, para ver si ahí tenemos registrados sitios de vestigios arqueológicos. Porque había un trazo de los años 40 y por ahí es por donde pudo haberse hecho el daño, pues de acuerdo a los reportes de los antropólogos Horacio Hernández y José de Jesús Sánchez, por ahí transitan (los wixáritari) a lugares sagrados hasta el desierto (en San Luis Potosí). ¿Cómo constatar los daños, cómo emprender un proyecto de salvamento y con qué información? ¿Cómo lo armas para que el Consejo de Arqueología te permita ir a mover piedras, vestigios y demás?”, cuestiona.
La delegada añade que lo prioritario es que el INAH reciba y analice los planos de la carretera para determinar si metieron maquinaria en territorios donde no había caminos. “Tenemos que seguir exigiendo que nos den la información. La situación se ha politizado y lo ha hecho más complejo. Por lo pronto hay demandas por daños ambientales, entonces determinando esto viene la otra parte, pues igual de importancia tiene lo ambiental que lo antropológico y arqueológico, pero ahorita es materialmente imposible constatar si hubo daño, si el lugar estuvo ahí, si estaba documentado, porque un lugar tradicional ¿cómo lo documento? ¿Dónde lo tengo especificado o registrado?”, advierte.
– ¿El INAH no puede coaccionar a la Sedeur para que remueva la tierra?
“Eso ahorita no lo tenemos en instrumentos o en nuestra área normativa para solicitar reparación del daño, porque primero hay que constatar el daño. Y Sedeur tiene que presentar el trazo de la carretera, porque está diseñado, no ejecutado por completo y pasa por un territorio, por eso necesitan entregarlo, así es la lógica de estos asuntos”.
– ¿Y si no los entregan?
“Si no los entregan en un plazo, hay que insistir: tienen que entregarlo”.
RECUADRO
Otras irregularidades
El antropólogo del INAH documenta otros delitos que la Sedeur y la Comisión para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (esta instancia también invirtió dinero para la construcción de la carretera) cometieron en la Sierra Huichola: “Se invadieron las tierras comunales, se destruyó propiedad privada como las cercas y los alambrados de las rancherías de la zona, hubo una tala ilegal de árboles, se taparon varios manantiales, se dañaron las obras realizadas por la comunidad para abastecer de agua a la localidad de Los Órganos, y se enterró por lo menos un lugar sagrado de los huicholes, el monolito Hutsekie que forma parte de la ruta de peregrinación ancestral de Xawiepa y Keuruwita a Wirikuta.
Se trata de violaciones graves a la Constitución Mexicana, la Declaración de Derechos Indígenas de la Organización de Naciones Unidas, el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo y la Convención sobre la Biodiversidad”.
El proyecto carretero fue suspendido gracias a la demanda presentada por la comunidad en la Procuraduría Federal de Protección al Medio Ambiente y un amparo otorgado por un juez de distrito del estado de Jalisco.