El diputado Iván Argüelles, que entregó el proyecto criticado, no acudió a la reunión de ayer con los vecinos. Foto: Luz Vázquez
Vanesa Robles – PÚBLICO
Al diputado local Iván Argüelles Sánchez le gustan las bromas. Y las pesadas. Con esa idea se quedaron ayer los integrantes del Parlamento de Colonias, un organismo que agrupa a unas 200 organizaciones vecinales independientes de la metrópolis.
El 9 de mayo, después de mucha insistencia, el legislador del Partido Acción Nacional (PAN) y presidente de la Comisión de Desarrollo Urbano del Congreso del Estado, le entregó al organismo, como bueno, un dictamen del Código Urbano para el Estado de Jalisco, que limita la participación ciudadana en asuntos relacionados con el crecimiento de las ciudades y, por ejemplo, da a los municipios la facultad de regular a las asociaciones de colonos.
Desde entonces, los del parlamento se fueron para atrás, alarmados; se quemaron las pestañas revisando leyes; consultaron especialistas, y redactaron propuestas, que estuvieron listas el vienes a la medianoche. Contrariados, citaron ayer a legisladores implicados y con ellos discutieron una hora… hasta que unos y otros se dieron cuenta de que los ciudadanos tenían en su poder un documento que ha sido modificado dos veces.
El dictamen del Código Urbano fue aprobado la semana pasada por los representantes populares que integran las comisiones de Desarrollo Urbano y de Puntos Constitucionales. El 27 de mayo entrará a primera lectura del pleno; es decir: se pondrá a disposición de todos los diputados para que la analicen y —en caso de que eso ocurra— propongan cambios y —aunque eso no ocurra— lo pasen a una segunda lectura y luego la aprueben.
Se trata de una ley que intenta ordenar el crecimiento de las ciudades de Jalisco, excepto la obra pública, a través de la homologación de criterios, por ejemplo para la autorización de nuevos fraccionamientos.Ayer no se supo si el diputado Iván Argüelles se equivocó de documento. No acudió al encuentro con el Parlamento de Colonias, en un restaurante del poniente de la ciudad. Se dijo que estaba mal del estómago.Otros legisladores pagaron los platos rotos.
Después de una hora de discusión con los del Parlamento de Colonias y de darse cuenta de que ambas partes tenían dictámenes distintos, las reacciones de los que sí fueron: meneó la cabeza el diputado del Partido Revolucionario Institucional (PRI) Abel Salgado Peña. Admitió que el Código es caótico y que ni es código, sino una compilación de leyes vigentes, según definió su colega priista Verónica Martínez Espinosa.
Y Enrique Alfaro Ramírez, legislador del Partido de la Revolución Democrática (PRD), justificó que 80 por ciento del dictamen sí tiene observaciones ciudadanas, aunque no de los inconformes de ayer, sino del Consejo Estatal de Desarrollo Urbano, un organismo en el cual hay pocos asientos para los de a pie (vea el recuadro aparte).
Los representantes vecinales se quedaron con mal sabor de boca por haber pasado días y noches haciendo corajes con un documento obsoleto. “Esto es una burla para los ciudadanos”, lamentó la doctora en sociología urbana y asesora de los ciudadanos, Guadalupe Ruiz Velasco. “Una broma más de Iván Argüelles”, ironizó Juan José Sánchez López, presidente de la Comisión de Planeación Urbana del grupo y representante de Lomas del Valle.
El presidente del Parlamento de Colonias, Ludger Kellner, relató que desde diciembre de 2007 pidió la iniciativa del Código Urbano y recibió la promesa del legislador panista de que sus propuestas se tomarían en cuenta para legislar.Como habían pasado seis meses sin que el documento ni la invitación a participar llegaran, el ciudadano insistió, a principios de mayo, hasta que hace unos días recibió una copia simple del dictamen… que en realidad no es el dictamen: “¡Qué forma de engañarnos! Nuestra intención es sincera. Queremos aportar, ayudar.
No somos opositores. No pertenecemos a un partido político […] Parece que la participación ciudadana no es algo deseado por parte de las personas en el gobierno, porque se sienten restringidos, vigilados, observados”.Al final, los diputados que sí acudieron al encuentro se comprometieron a que, entre la primera y segunda lectura del dictamen, habrá espacio para escuchar a los ciudadanos… Falta que el Parlamento de Colonias vuelva a quemarse las pestañas para estudiar un dictamen, mientras cruza los dedos para que éste sí sea el bueno.
Y los ciudadanos, apá ?
Dicen los diputados que los ciudadanos sí pudieron hacer observaciones a la iniciativa de Código Urbano, a través del Consejo Estatal de Desarrollo Urbano: una figura de la Ley de Desarrollo Urbano de Jalisco que, en teoría, ayuda a las autoridades a tomar decisiones importantes.
El consejo tiene 30 asientos. Siete son para el Poder Ejecutivo, incluido el gobernador, que es el presidente. Cinco están reservados a las cámaras: de comercio, de la construcción, de empresas de consultoría.
Hay una silla para peritos valuadores, una para notarios, una para industriales promotores de la vivienda, dos para los sindicatos obreros, otra para los campesinos organizados, una para los diputados…¿Y los ciudadanos, apá? Tienen dos lugares, de los cuales sólo uno está ocupado: por Raúl Chávez Guajardo, hoy representante de colonos, pero otras veces de la Cámara de Comercio.El presidente del Parlamento de Colonias, Ludger Kellner, narró que en septiembre de 2007 intentó ingresar al colectivo al Consejo Estatal: hay una plaza vacante y el organismo ciudadano cumple con los requisitos necesarios.
La respuesta fue que puede participar con voz, no con voto. La reacción: “No, gracias”. Lo curioso es que en el dictamen de Código Urbano aprobado en las comisiones del Congreso, la estructura del Consejo Estatal de Desarrollo Urbano es idéntica a la que existía: sólo dos plazas, ni una más: artículo 26, fracción III, inciso N. ¿Y los ciudadanos? Por lo menos contra los del Parlamento de Colonias hay animadversión, asegura Kellner.