Cuando Londres recibió la sede de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos 2012, entendió que era una oportunidad para hacer ver al mundo que otra ciudad es posible.
Por Patricia Martínez – Revista Magis
A principios de 2011, cuando Guadalajara luchaba por construir en algún punto de la ciudad el estadio Panamericano de Atletismo, Londres, la capital del Reino Unido, presentaba ya terminado el Estadio Olímpico para los Juegos de 2012.
La abismal diferencia en tiempos de construcción también se refleja en la planeación de lo que un encuentro deportivo dejará a la comunidad. El centro de lo que fue el Imperio Británico será ejemplo de sostenibilidad y armonía con el medio ambiente.
Como muestra está el Estadio Olímpico, construido en el borde industrial de Londres. Tres retos definieron su diseño: albergar a 80 mil personas durante cuatro semanas, tener a los espectadores lo más cerca posible de la acción y reducir el impacto ambiental de la construcción. El resultado: un estadio pequeño en una isla, flanqueada por vías navegables, sin las clásicas planchas de estacionamiento que rodean los estadios en el mundo. Sólo se puede llegar o salir en transporte público o bicicleta.
La movilidad alrededor de las sedes olímpicas es uno de los aspectos que demuestran los estándares de su programa para la sostenibilidad: nueve millones de espectadores se trasladarán durante la justa deportiva. La gestión de este proyecto comenzó en 2011 con el lanzamiento del programa Turismo Activo, con el cual pretenden alcanzar un millón de viajes a pie y en bicicleta a los lugares más emblemáticos de la capital británica durante todos los días de los juegos.
La política de movilidad de los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011 consistió en destinar vialidades con carriles exclusivos para trasladar a las comitivas panamericanas. Para los ciudadanos, sólo se gestionó un servicio de transporte al lugar de la inauguración y clausura de los Juegos. En Londres se han invertido 75 millones de libras (alrededor de 220 millones de pesos) para mejorar más de 75 kilómetros de los senderos y vías ciclistas que llevan a las sedes olímpicas, dentro y fuera de la ciudad, además de articularlas a la red de transporte general; como reportan los avances en el sitio oficial de los juegos.
Por cada libra (21.75 pesos) que se invierte en los Juegos de Londres, 75 peniques (16.30 pesos) se destinan a la regeneración en el largo plazo y el legado de la ciudad. Por ejemplo, de esos 220 millones de pesos, 165 se aplicaron considerando el uso de las obras en el largo plazo y su legado.
La gestión no sólo ocurrió con el sistema de movilidad. También con los espacios públicos. Crearon el programa Changing Places, con el que animan a la gente a transformar su comunidad más allá de los límites del Parque Olímpico. La forma de operar es sencilla: si un grupo de vecinos tiene un proyecto, como crear un jardín comunitario, un huerto o fincar un área de juegos infantiles, debe procesar una solicitud y garantizar que cumpla ciertos criterios, como la transformación física real, el mejoramiento de prácticas ambientales y el aumento de la participación pública de minorías étnicas y refugiados. “Hacemos frente a los problemas sociales, económicos y ambientales, ofreciendo una oportunidad de participar en Londres 2012”, describen en el portal de la justa.
Planeación, inversión e innovación son algunos de los verbos con los que el comité organizador define su estrategia de desarrollo. Sin embargo, otros inspiran la sustentabilidad: regenerar, conservar, gestionar, experimentar, inspirar. Rejuvenecieron comunidades desatendidas; reciclaron 99 por ciento de los materiales durante la demolición y la construcción; se convirtieron en el primer comité organizador para ser certificado por la British Standard 8901: especificaciones para los sistemas de gestión de la viabilidad en los eventos. También crearon la Comisión para un Londres Sustentable, que desde 2007 publica declaraciones sobre el proceso de desarrollo de los juegos.
Cuando Londres recibió la sede de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos 2012, entendió que era una oportunidad para hacer ver al mundo que otra ciudad es posible. La atención está en lo que pasará cuando terminen los juegos, qué beneficios económicos, sociales y ambientales generará y qué sucederá con la infraestructura. Ellos lo tienen claro; nosotros no. Ellos se organizaron para que los juegos sirvan como detonadores de un estilo de vida sostenible. En Guadalajara nos legaron infraestructura ilegal, deuda excesiva y las consecuencias de la falta de planificación. m