Alfonso Petersen habló de una red de ciclovías para la ciudad. Foto: Charlie Uribe
Patricia Martínez – PÚBLICO
El tema del uso de la bicicleta está puesto en la agenda de los políticos, al menos, como un acto voluntario, para promoverla como transporte alternativo. Ayer, cuatro alcaldes se montaron en la cicla y vivieron el calvario de los pedaleros resignados a las adversidades de cada día. Uno pedaleó desde su casa hasta el palacio municipal; otro se acercó en vehículo, pedaleó tantito y en el intento se cayó.
Otros dos acordaron un punto de reunión con sus regidores y avanzaron cual procesión: ¡En nombre sea de Dios! Y a pedalear entre autos, camiones, por asfaltos fracturados, esquivando baches, cediendo el paso al peatón, alzando el brazo para pedir el paso, evitando el tránsito con la estrategia de circular por las banquetas, cayendo en el hueco de las alcantarillas, pasando charcos, esquivando un perro muerto, arrollando la rata por enésima vez, cuidándose del terror midibusero, saludando a quienes alcanzaban a reconocerlos.
Los contingentes salieron a partir de las 7:30 am y antes de las 9:00 am daban sus declaraciones oficiales: «El compromiso es terminar diez kilómetros de ciclovías en esta Administración», dijo el de Guadalajara (además de los 16 que ya se construirán en paralelo al corredor del BRT por la calzada Independencia). «El día de hoy renace la firme decisión de hacer un planteamiento muy concreto de una red de ciclovías para la gran Guadalajara», se unió el de Zapopan. Es la respuesta a su ánimo elocuente de utilizar la bicicleta, al menos un día del mes, para trasladarse a su trabajo.
No es una novedad la intención de trazar ciclovías por Guadalajara. Tampoco es una idea que surja desde los despachos de los alcaldes: más bien de la sociedad civil organizada. En 2002, un proyecto liderado por Gabriel Michel pretendía interconectar municipios a través de una red de ciclovías; comenzaron por delimitar la de avenida La Paz, pero doce vecinos que consideraron que deprimiría la zona lograron la nulidad del plan, a través de un proceso jurídico en el Tribunal Administrativo. En Guadalajara ya existía (mejor dicho, existe, pero no le dieron mantenimiento ni la respetan) una ciclovía pintada en avenida Chapultepec, por el carril derecho, en el sentido norte-sur; ahora sólo queda una estela sepultada bajo los autos estacionados y en tramo desapareció junto con la calidad del suelo. Grupos como Gdl en bici y Ciudad para Todos, Colectivo Ecologista de Jalisco, Mensa, entre otros, promueven el uso de la bicicleta como una de las alternativas de transporte, pero dentro de un plan de movilidad sustentable (en el que el peatón lleva las riendas).
Pero el tema está anotado en la agenda pública y ayer dos alcaldes lanzaron la misma propuesta: son necesarias las ciclovías. Hay argumentos: algunos calculan que en Guadalajara y la zona metropolitana 250 mil personas se trasladan en bicicleta. Basta circular por Periférico, por prolongación López Mateos, por avenida Inglaterra, ir atento a las bicis atadas a los postes, pasar por la zona industrial, zigzaguear por El Fresno, detenerse en algún cruce del Periférico, preguntar en qué se transporta el jardinero, el albañil, estudiantes, los recicladores de cartón, el mensajero.
La bici para algunos es la única opción ante el ineficiente servicio de transporte público, la opción para ahorrar porque el sueldo no les alcanza para el camión, mucho menos si necesitan transbordar; para otros, pedalear es un acto de convicción, y otros más lo ejercitan como un aporte para disminuir la contaminación y el fenomenal desarrollo del uso del automóvil
Juan Sánchez Aldana avanzó un tramo hasta que se cayó por accidente. Foto: Público
Un alcalde montado en cicla
El alcalde salió de su despacho provisto sólo con su casco y la valenciana del pantalón metida entre el calcetín y el tobillo. Desató la cadena fluorescente de su bicicleta y tomó la avenida 16 de Septiembre rumbo a la Expo Guadalajara, cerca de donde sería su siguiente cita.
Pedalea una bicicleta que asegura que conserva desde hace diez años: es de montaña, blanca y tiene cambios, los suficientes para subir las pequeñas cuestas de la ciudad que, a cualquiera, hace sudar una gota gorda.
El edil Alfonso Petersen Farah era un ciclista más para los automovilistas, pero uno distinto para los de a pie; ellos eran quienes lo podían identificar, los que caminaban en sentido contrario a él lo observaban con discreción, dudando que el hombre de traje sastre fuera el presidente municipal.
En un alto, una conductora le grita: «¡Qué bonitos se ven!», cuatro ciclistas liderados por el alcalde. Una copiloto le reclama: «¿Qué haces?». «Usar la bici», le responde. «Mañana nos vamos en bici», le sugiere y ella: «¡Uy, ganas no me faltan, pero me da miedo!».
Segundo alto. «¡Tía, mira dónde te vengo a encontrar!», saluda el presidente municipal. Tercer alto. «¿Hasta dónde va?», le pregunta el conductor. «A mi casa». Al avanzar: «¡Te vas a caer!», «¡Que se vaya por la Calzada!». La gente masculla: «Es el Petersen».
Siguió una ruta de 30 minutos de pedaleo, por el lado derecho de las avenidas, haciendo los altos del semáforo, esquivando baches, ramas, un perro muerto. La ruta estaba trazada en el sentido de los autos, con el sentido de conductor automovilista: sólo por vías principales, sin atajos.
Hernán Cortés aprovechó las calles angostas de Tlaquepaque. Foto: Público
Claves
Contingentes
Alfonso Petersen y dos guardaespaldas en bicicleta
Juan Sánchez Aldana y funcionarios escoltados por ciclopolicías
Salvador González del Toro, once funcionarios y tres motocicletas abriendo paso y una patrulla escoltando detrás
Hernán Cortés Berumen, varios funcionarios públicos y una escolta