En promedio, un tapatío utiliza 81 mil litros de agua al año, pero su huella hídrica, asciende a más de un millón de litros, indican estudios internacionales
Por Verdebandera
10 abril 2011.- Los mexicanos consumen agua de forma indirecta hasta por quince tantos más que el consumo directo y regular del agua potable. Esta es una de las conclusiones del proyecto Water Footprint (huella del agua o hídrica), que pretende establecer el enorme peso del estilo de vida sobre la presión al recurso natural en las diferentes regiones del planeta.
De este modo, un tapatío consume en promedio 223 litros diarios de agua de forma directa, para totalizar más de 81 mil litros al año, pero su huella hídrica indirecta es descomunalmente mayor: de un millón 200 mil a un millón 400 mil litros que se consumen vía la ingestión o compra de productos tan diversos como los vegetales, las carnes, la leche, los refrescos, la ropa, el calzado y el papel.
Además, en el caso de la zona metropolitana de Guadalajara, el agua del sistema público es el servicio más barato de los que pagan directamente los tapatíos: una casa habitación con cuatro habitantes paga en electricidad 500 pesos por un consumo promedio de 300 kilowatts al bimestre; el paquete básico de Megacable (Internet y cable) cuesta 415 pesos mensuales; un tanque de 30 litros de gas doméstico, que rinde un mes, cuesta 306 pesos; y el paquete de 100 llamadas locales más barato es de 200 pesos mensuales.
En cuanto al agua potable, 25 mil litros al mes cuestan 131 pesos. Contra un ingreso de seis mil pesos mensuales, considerado como mínimo para resolver necesidades básicas, el agua absorbe menos de 2.2 por ciento de ese recurso.
Y pese a ser tan barata, muchos no la pagan. En Guadalajara la morosidad es superior a 25 por ciento de los usuarios, lo que se atribuye a que históricamente no se permitió cortar el suministro, lo que no sucede con la electricidad, el teléfono, el cable o el Internet.
Considerando que buena parte del agua que se usa para la producción primaria en México está eximida de pago, el pago indirecto del consumidor también es mínimo, pues no se integra al costo de los productos que adquiere.
“El interés por la huella hídrica se origina en el reconocimiento de que los impactos humanos en los sistemas hídricos pueden estar relacionados, en ultima instancia, al consumo humano y que temas como la escasez o contaminación del agua pueden ser mejor entendidos y gestionados considerando la producción y cadenas de distribución en su totalidad”, señala el catedrático Arjen Y. Hoekstra, creador del concepto de la huella hídrica y director científico de la “Red de la Huella Hídrica” (www.waterfootprint.org).
“Los problemas hídricos están a menudo íntimamente relacionados con la estructura de la economía mundial. Muchos países han externalizado significativamente su huella hídrica al importar bienes de otros lugares donde requieren un alto contenido de agua para su producción.
«Este hecho genera una importante presión en los recursos hídricos en las regiones exportadoras, donde muy a menudo existe una carencia de mecanismos para una buena gobernanza y conservación de los recursos hídricos. No solo los gobiernos sino que también los consumidores, comercios y la sociedad en general pueden jugar un papel importante para alcanzar una mejor gestión de los recursos hídricos”, añade el experto.
A la par de esos datos de sobreconsumo, la ONU señaló desde marzo de 2010 que el acceso al agua potable es “un derecho humano básico”, en busca de mayor equidad en el tema.
Para definirlo, el investigador del ITESO, Rodrigo Flores, utiliza la metodología que ha popularizado en nuestro país el catedrático español Pedro Arrojo Agudo.
“Hay una distinción de cuatro categorías según los usos: uno, agua para la vida: funciones básicas para la vida tanto para los seres humanos como para la naturaleza. Prioridad. Estos montos deben ser garantizados. Dos, agua-ciudadanía: actividades de interés general. Funciones de salud, abasto domiciliario. Recuperar costos. Tres, agua-negocio: funciones económicas legítimas en actividades productivas. Costo como insumo. Cuatro, agua-delito: negocios ilícitos, extracciones abusivas, vertidos inaceptables. Evitar y perseguir”, señaló el académico en una conferencia en el contexto del Modelo Agua Jalisco, promovido por la CEA, en agosto de 2010.
¿Cuánto es el mínimo indispensable para hablar de “agua vida”? Pedro Arrojo indicaba que alrededor de 30 litros diarios es suficiente para vivir. El Instituto Nacional de Estadística de España, en un análisis denominado Estadísticas e indicadores del agua (http://www.ine.es/revistas/cifraine/0108.pdf), con base en The World’s Water y Pacific Institute, propone la siguiente composición básica: cinco litros diarios de agua para beber, 25 litros de servicios de saneamiento, quince litros en higiene y diez litros en preparación de alimentos, para un total de 55 litros al día, como “valor mínimo para la vida en condiciones climáticas moderadas y asociadas a una actividad vital media”.
Y si se atiende a la categoría de “agua-negocio” que es donde es un insumo básico para la producción de bienes, lo lógico sería “internalizar” sus costos en el valor de la mercancía obtenida. ¿Cuánto debe costar un kilogramo de ternera cuya producción requirió de 16 mil litros de agua, o un litro de leche que necesitó de 2,700 litros de agua? La certeza es que si el agua se pagara a lo que cuesta, como vida y como economía, el consumo sería moderado y la “huella hídrica”, mucho menor.