Guadalajara. Agustín del Castillo. PÚBLICO-MILENIO
El jaguar es un felino dotado de enormes habilidades en la lucha por la supervivencia. Pero cuando el enemigo a enfrentar son las balas, sus ventajas evolutivas, que lo convirtieron en superdepredador de la América tropical, se desvanecen.
«La cacería del jaguar, a pesar de estar prohibida desde el año 1987, sigue ocurriendo en gran parte del país», advirtió Rodrigo Núñez Pérez, presidente del Subcomité de Especies Prioritarias dedicado al rescate del felino Panthera onca.
«El jaguar que muere a causa de cazadores es hoy en día una gran pérdida, porque existen realmente pocos ejemplares en vida libre. Cada animal que desaparece podría ser el último de ese cerro o de esa área, o bien podría ser el individuo que llegó de lejos a un lugar donde desde hace muchos años ya no había tigres, pues los habían aniquilado», agregó Núñez Pérez.
El subcomité que él preside, en el contexto del programa de especies prioritarias de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), ha trabajado los últimos años para hacer realidad la protección, pero se enfrenta de forma cotidiana a un escenario de exterminio por ignorancia e indiferencia en muchos sitios del territorio nacional.
El ejemplo más reciente se dio hace diez días en Concordia, Sinaloa, donde apareció un felino muerto y desollado en la zona protegida del ejido La Guásima.
Para Núñez Pérez, que coordina personalmente el principal programa de jaguar en la costa de Jalisco y Nayarit, en la reserva de la biosfera Chamela Cuixmala, en Cabo Corrientes y en sierra de Vallejo, la solución pasa por la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente.
«La Profepa, a pesar de tener una de las tareas más importantes, que es prevenir los delitos ambientales, cuenta con pocos recursos económicos, logísticos y de personal para cumplir con sus funciones. Algunos estados cuentan con dos o cuatro inspectores de fauna silvestre para cubrir todo el territorio, lo cual es imposible y frustrante. Los inspectores están obligados a lo imposible».
Una solución parcial podría ser crear vigilantes comunitarios, «ciudadanos comunes interesados en proteger sus recursos naturales, para lograr un mayor respeto a la naturaleza y en algunos casos un aumento de la fauna en sus áreas». Vigilantes así podrían por ejemplo avisar a la Profepa cuando sepan «que un jaguar podría estar en riesgo de ser cazado».
Sin embargo, acotó Núñez Pérez, «las buenas intenciones se vienen abajo si no se les hace caso cuando realizan su labor». En el caso de La Guásima, quizás hubiera bastado con que el personal de la Profepa hiciera un rondín en la zona para evitar la muerte de este ejemplar.
«Es lamentable que un jaguar cuyo valor es incalculable se pierda porque no hubo unos cientos de pesos para pagar la gasolina y los viáticos del personal», dijo. Por lo anterior, es fundamental «que la Profepa sea dotada de mayores recursos para que puedan actuar sus inspectores de una manera más eficiente y segura (…) pero no solamente es la falta de recursos; en algunos casos es la falta de compromiso, no le dan la importancia a este tipo de situaciones».
El presidente del Subcomité de Especies Prioritarias dijo que ocurren casos extremos: «algunos estados la Profepa participa muy activamente y en otros no quieren ni enterarse; tienen otras prioridades. En una ocasión, unos muchachos con una empresa ecoturística interesados en apoyar al jaguar fueron a ver a un encargado de Profepa y le plantearon lo que querían hacer; la reacción del encargado fue ordenarles que salieran de la oficina o llamaría a la policía».
Desacreditó un mito común: el jaguar no «se va», como a veces dicen los campesinos, porque es un animal territorial. En realidad lo matan, y cuando llegan a darse «regresos», en realidad se trata de nuevos felinos en busca de territorio.
«Cuando se mata un jaguar puede que sea el último; podría regresar, pero igual y no. En Veracruz, en Los Tuxtlas, ya sucedió. Esto nos dice que si le damos la oportunidad a los jaguares, solitos se recuperan; son una especie muy resistente, pero no a los balazos».
——————————————————————–
CLAVES
Un gato elegante
El jaguar, Panthera onca, es el felino más grande de América, y se encuentra desde el noroeste de México hasta la Patagonia.
Por su tamaño, casi no tiene depredadores naturales, y las amenazas a su supervivencia son la deforestación y la caza.
Su poderosa estructura mandibular le permite abrir sus fauces en un ángulo de 70 grados, y es capaz de perforar un caparazón de tortuga.