Aseguran que empeora calidad de vida de desplazados. Indican que al ser reubicados los pobladores pierden sus medios de subsistencia
A escasos seis kilómetros de la cortina de la Presa El Cajón, una de las principales generadoras de energía eléctrica del País, la comunidad indígena Platanitos, en el Municipio de Santa María del Oro, Nayarit, ha vivido durante meses casi a oscuras.
Unos focos encendidos por fotoceldas solares iluminan con baja intensidad el interior de algunas casas. No hay más, ha sido el único rastro de electricidad en la localidad.
Ni hablar de refrigerador, televisor o aparatos eléctricos, a pesar de que la dotación de servicio eléctrico fue una de las promesas de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y del Gobierno de Nayarit para con la comunidad indígena, afectada por el embalse de El Cajón, aseguran los pobladores.
Desde hace un año, la CFE instaló postes y cableado para dar electricidad a la población, pero hasta febrero no se habían elaborado los contratos con la mayoría de los habitantes.
El embalse, que comenzó a llenarse en 2006, no provocó la reubicación de Platanitos, pero sí afectó 538 hectáreas de las 4 mil 920 que tenía el ejido, integrado por 50 ejidatarios.
Antonio Cruz Rodríguez, ex comisariado ejidal, dice que el pago de 86 millones de pesos por indemnizaciones ya se concretó, pero las ayudas sociales comprometidas por la CFE no han llegado por completo.
En Palmillas, una localidad de 78 habitantes ubicada en el Municipio de La Yesca, también denuncian el incumplimiento de acuerdos verbales sobre la entrega de abrevaderos, mantenimiento de caminos y la entrega de plantas solares nuevas.
«Nos han entregado letrinas y dos canoas para los 50 ejidatarios, pero no podemos pescar, el agua no sirve ni para el ganado», asegura Fidencio González, ejidatario de Palmillas.
El Movimiento Mexicano de Afectados por las Presas y en Defensa de los Ríos (Mapder) señala a El Cajón como un ejemplo reciente de los efectos negativos que tiene una obra hidráulica sobre las comunidades, entre ellas la falta de atención gubernamental y el empeoramiento de sus condiciones sociales.
El incumplimiento de las autoridades es uno de los puntos más delicados para el Mapder, que advierte sobre las implicaciones que tendrá para cientos de personas la construcción de la presa El Zapotillo, que estará ubicada al noroeste de la entidad.
La construcción afectará 3 mil 300 hectáreas de comunidades cercanas al Río Verde, como Temacapulín, en el municipio de Cañadas de Obregón, que deberá ser reubicada, por lo que el Gobierno del Estado y la comisión Nacional del Agua ofrecen edificar un nuevo poblado con todos los servicios.
En principio, la comunidad se opone al cambio. Por eso, del jueves al sábado se realizó en Temacapulín un encuentro del Mapder en defensa de las tierras de los 360 habitantes.
Tienen grietas en casas
A dos años de que la CFE entregara 30 casas nuevas en El Ciruelo, Municipio de Jala, las familias del poblado de 84 habitantes han observado grietas en sus viviendas, la desaparición del negocio de la ciruela y la decadencia de la venta del ganado.
La población fue reubicada en un terreno arenoso e inestable, la casa ejidal tiene filtraciones de agua, la escuela está al filo de una ladera que se desgaja y las casas carecen de corrales.
«Uno se siente desmadrado, acabado. No vivimos a gusto, el ganado no entra porque es pura ladera y las casas apenas las remendaron con chapopote», dice Higinio López, que ha vivido sus 71 años en El Ciruelo.