Pedro Pulido, pescador, dice padecer los efectos de las especies invasoras que bajaron la disponibilidad de pescado blanco
Sergio Hernández – MURAL
La tilapia y la carpa provienen de África; son peces devoradores que en Chapala han incluido en su alimentación los huevos del pez blanco.
Como en muchas zonas del País, se introdujeron para incrementar el potencial pesquero, trayendo como consecuencia la desaparición paulatina de las especies nativas, que no pueden competir con los peces exóticos.
Especies invasoras, así se les llama en el lenguaje científico a la flora y fauna que se introduce en un ambiente que no es el suyo, que se adaptan y desplazan a la biodiversidad local, generando disfunciones en el sistema ambiental.
«El caso de la sustitución del pescado blanco de Chapala por la tilapia-carpa, resultó en un incremento en la tonelada de carne, pero también en una pérdida, tanto de la biodiversidad como de las utilidades, lo cual tuvo un impacto en el turismo», señala un diagnóstico de Salvador Contreras, de
Los pescadores, sin los años de escuela que acumulan los científicos, conocen de primera mano el problema y lo padecen económicamente.
A Pedro Pulido Santos, un pescador que a diario navega por el lago buscando el sustento, no le pagan ni 10 pesos por un kilo de tilapia, mientras que por una misma cantidad de pez blanco podría obtener por lo menos 80 pesos.
«De los peces que hay en el lago, la mojarra es la más canija, es un depredador que come cualquier tipo de hueva», señala.
Pablo López Domínguez, el director de Acuacultura y Pesca de Litoral de
El líder