Alrededor del bosque, los proyectos de urbanización han ido minando funciones ambientales; las inundaciones son sólo algunas consecuencias. Foto: Luz Vazquez
Agustín del Castillo – PÚBLICO
Los riesgos de desastre se incrementan con la progresiva transformación urbana de la cuenca de Los Colomos, bien posicionada en el mercado inmobiliario como la zona más codiciable para vivir en esta urbe: una mezcla de fincas californianas tipo Beverly Hills y de rascacielos poderosos estilo Santa Fe (ciudad de México), a la altura de las ambiciones de una elite cosmopolita.
La publicidad de las empresas inmobiliarias entrega estas metáforas fáciles de los sueños de prosperidad, pero los conocedores de la geología e hidrología local la ciencia como aguafiestas advierten que todo puede acabar en pesadillas.
En el aspecto físico, e incluso en el social, el área está configurando una especie de «anticiudad», en la cual las relaciones entre los grupos son sustituidas por los cotos privados, mientras la posibilidad de padecer por eventos naturales se torna más real y frecuente, subrayan los autores de la monografía Los Colomos: Enrique García Becerra y Ricardo y Pablo Robles Gómez, de la Universidad de Guadalajara.
Destacan: «La zona está sometida a un intenso proceso de transformación en el uso de suelo y en su medio físico, por parte de inmobiliarias y promotores, a quienes sólo interesa obtener las mejores ganancias económicas, y lo que menos les importa es la desaparición de los cuerpos de agua, los cuales se han secado, desviado, rellenado, obstruido [ ] transformando por completo, de forma negativa, el sistema hidrológico, que además ha sufrido la modificación del relieve [relleno de barrancas, aplanamiento de las lomas y compactación de suelo] y la destrucción de la cubierta vegetal».
Los académicos elaboraron un patrón de las alteraciones.
En cuanto a movimientos de suelo, cuatro grandes tipos de daños. Uno, «elaboración de taludes en los escurrimientos para el trazo de avenidas metropolitanas», como es el caso de la avenida Patria en su cruce con la avenida Naciones Unidas. «Esta situación, junto con la falta de una salida de agua, ocasiona acumulaciones forzadas del líquido con la consecuente infiltración, lo que a su vez genera un proceso de lavado de material fino y altos contenidos de agua en el subsuelo».
Dos, ampliación de lechos de arroyos mediante recortes de las vertientes, lo cual es muy común en lechos angostos «y genera formación de escarpes [«declive áspero del terreno», según la RAE] artificiales» en el suelo.
Tres, relleno de parteaguas de la cuenca (partes altas) para ampliarlos y construir sobre ellos. La mala técnica utilizada ha hecho que el suelo se mueva y aparezcan agrietamientos en las construcciones.
Cuatro, los escarpes activos; es decir, la erosión natural y la inducida provocan que se mueva el subsuelo y que los cimientos de las partes altas se vayan descubriendo, pues pierden soporte.
En cuanto a inundaciones, dos usos constructivos las fomentan: uno, canalización o confinamiento de escurrimientos. «Ha representado una práctica muy común en el arroyo Atemajac, entre Acueducto y Federalismo [sobre la zona de Patria]. El problema de desbordamiento se incrementa de manera considerable debido a lo irregular de la urbanización, trayendo consigo problemas de arrastre de materiales [ ] Este problema es muy particular en la zona de Plaza Patria debido a su localización y al desnivel que presenta, que la convierte en zona altamente susceptible de inundarse en su planta baja».
Dos, el relleno de barrancas. «Es el caso más común que se presentó en las partes altas de las barrancas que se localizan entre lo que hoy es avenida Vallarta, avenida Patria y Naciones Unidas. Permanentemente se presentan problemas de pequeños hundimientos sobre la carpeta asfáltica y en algunos edificios. En general, las construcciones presentan marcas por los altos contenidos de humedad en el suelo».
¿Por qué pasa?
Una «fuerte dinámica en los procesos geomorfológicos» dio origen al sistema de barrancas de Los Colomos, a partir de 95 mil años atrás.
Como resultado de eventos volcánicos, «en la cuenca, los materiales predominantes que encontramos son las cenizas volcánicas [tipo] lapilli y pumicitas, composición que forma los suelos poco consolidados como el regosol y feozem [ ] las capas de materiales pumíticos, altamente permeables, provocaron procesos de infiltración del agua al subsuelo, trayendo consigo, para el poniente de la cuenca de Atemajac, el colapsamiento de la capa de material pumítica, lo que dio lugar a un proceso erosivo, causando la formación de las barrancas», explica la monografía.
Un fenómeno que no ha terminado. «Pese a que el proceso de formación de barrancas es joven, su dinámica es muy intensa, tal como se puede observar en las barrancas junto al fraccionamiento Puerta de Hierro y al norte de éste, junto al Periférico», añade.
Es decir, «los ríos subterráneos provenientes de La Primavera [ ] con el transcurso del tiempo han realizado un trabajo de erosión subterránea, lo que ha provocado hundimientos lentos en el área, producto de la sustitución del material acarreado por los escurrimientos del subsuelo hacia las zonas más bajas».
Hay otra condición decisiva del sitio: «La mayoría de los arroyos [superficiales] en el área son de tipo intermitente y torrencial», o sea, salen solamente en lluvias intensas.
¿Cómo pasó?
En Los Colomos, «la urbanización sobre todo aquella que transforma fuertemente el medio físico de la zona comenzó a partir de 1970 con la aparición de fraccionamientos como Bosques de San Isidro y Santa Isabel». A partir de allí se fueron acumulado otros: San Miguel de la Colina (1971), Jardines Vallarta (1972); Real Vallarta, la Universidad Autónoma de Guadalajara y Jardines Universidad (1973); Villa Universitaria (1976); Patria Universidad (1979); Royal Country (1986); Parque Regency (1989) y Puerta de Hierro (1990).
«Una de las zonas que llama la atención por las características de sus recursos naturales y la transformación que de ellos se ha realizado inadecuadamente, debido al acelerado proceso de construcción de viviendas de lujo, [es en la que se ubican] el lujoso fraccionamiento Puerta de Hierro y el hipermercado [sic] Carrefour [hoy Chedraui]».
Puerta de Hierro tiene 132 hectáreas con viviendas de lujo sobre 400 a 1,200 metros cuadrados; está diseñado para favorecer el uso del carro, y en consecuencia, la apertura de calles a costa de la red hidrológica.
En dicho fraccionamiento se borraron barrancas con pendientes mayores de 30 por ciento, no aptas para ser urbanizadas, y se cambió todo el esquema hidráulico para sacar mayor provecho económico a cada palmo de terreno. En cuanto al centro comercial, las inundaciones de los años noventa fueron una clara respuesta de la naturaleza por «las modificaciones al relieve, compactación y asfaltado de algunas áreas altas».
Las primeras lluvias posteriores a estas edificaciones, moderadas (no rebasaban 20 milímetros), ocasionaron que las aguas, buscando su salida bloqueada, «arrasaran todo a su paso». Una serie de obras correctivas mitigaron daños, pero hoy la zona está más urbanizada. Y no es descabellado pensar en más sueños que se volverán allí pesadillas.
– Claves
La ley que no se respetó
La Ley que aprueba el plan parcial de urbanización y control de la edificación para la protección ecológica de la zona de Los Colomos, que entró en vigor el 24 de agosto de 1984 mediante decreto del entonces gobernador de Jalisco, Enrique Álvarez del Castillo, ha tenido una vigencia simbólica en el área, pues no fue empleada para contener la caótica urbanización que se desarrollado en los últimos años
El texto señala entre sus objetivos «conservar y preservar al máximo sus condiciones naturales, mediante la implementación de un sistema de espacios abiertos que aproveche y complemente la propiedad pública »
También «llevar a cabo acciones tendientes a la conservación del sistema ecológico de la zona; a la regeneración del medio ambiente, y a la protección del acuífero ».
La revisión del estado de cuentas actual revela que se cumplió de forma limitada con estos propósitos
Esta ley tiene vigencia en toda la cuenca que, según investigadores de la Universidad de Guadalajara, se extiende sobre 4,375 hectáreas del poniente de la ciudad, y donde los procesos de urbanización actuales son anárquicos
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