El aire que se respira en la zona metropolitana de Guadalajara por estas fechas, no sólo es gélido. Cada inspiración que realizan los tapatíos está acompañada de sustancias químicas, regalo de la contaminación atmosférica predominante en la temporada invernal. Pequeñísimas partículas que flotan y van a parar directamente al organismo humano al ser inhaladas por la nariz o la boca. Este maridaje entre frío y polución tiene un efecto inmediato: aumento de enfermedades respiratorias que, según la fuente, varía desde un 15 hasta un 50 por ciento en esta urbe… la segunda más contaminada del país.
Para el común de los mortales, se trata de enfermedades benignas pero molestas, con un alto grado de transmisión entre personas, explican especialistas. Es la tos, el estornudo o el escurrimiento nasal del compañero que se disemina por todo el centro de trabajo, la guardería, el cine, la iglesia o la escuela. Que se manifiesta en gripa, resfriados o garganta irritada. Sin embargo, para los enfermos crónicos (de asma o enfermedad pulmonar obstructiva), para los niños menores de cinco años y para los adultos mayores de 65, produce la exacerbación de estos síntomas aparentemente menores y fácilmente los puede llevar al hospital e incluso a la muerte.
El doctor Alfredo Feria Velazco, director de la División de Ciencias Biológicas y Ambientales del Centro Universitario de Ciencias Biológico Agropecuarias (CUCBA) de la Universidad de Guadalajara, explicó que en todo el mundo se han incrementado los niveles de contaminantes atmosféricos, en especial “las partículas suspendidas menores a una micra de diámetro” (la milésima parte de un milímetro).
“Partículas de ese tamaño, tan pequeñitas, entran libremente al aparato respiratorio y provocan bronquitis, faringitis y enfermedades de esa naturaleza. Y las hay mucho más pequeñas que 0.1 micra [la diezmilésima parte de un milímetro] que penetran a la circulación sanguínea y afectan diferentes sistemas. El sistema inmunológico, el endocrino, el sistema nervioso. También causan alteraciones crónico-degenerativas y tumores malignos porque afectan el genoma”.
Especialista en toxicología ambiental y su relación con la salud, Feria Velazco señala que los contaminantes predominantes en el ambiente de la zona metropolitana de Guadalajara (ZMG) son los hidrocarburos aromáticos, cuya fuente principal son las emisiones de motores, desechos industriales, la quema de basura y de llantas. Y asegura que en el mundo hay suficiente estudios de carácter científico que han probado la relación entre la presencia de estos hidrocarburos y la incidencia de linfomas, cáncer de mama, cáncer de pulmón y de vejiga, órganos donde se depositan estas sustancias.
“La mayor concentración de estas sustancias químicas se tiene en las ciudades grandes”, donde flotan por encima de la superficie terrestre, pero no se eliminan totalmente a menos que haya corrientes de aire” Sucede que esta época del año, con las inversiones térmicas “los contaminantes se queden estacionados bajo una especie de tapa invisible, en lugar de subir hacia el resto de la atmósfera, y los individuos estamos más expuestos a ellos”. Hacia las doce del día, esa nata se “rompe” y los contaminantes se elevan a la atmósfera. Con las corrientes se dispersan o arrastran a otra zona y el aire se limpia.
En el intermedio, la gente enferma. El doctor Raúl Ortiz Peregrina, jefe del Servicio de Inmunología y Alergias del Hospital Civil de Guadalajara “Juan I. Menchaca”, informa que el aumento de ingresos hospitalarios por afecciones respiratorias es de hasta 50 por ciento en esta época.
“Regularmente en este hospital recibimos a quienes ya padecen enfermedades respiratorias. Ellos son los más afectados en esta época; al igual que las personas en los extremos de la vida”, indica, tras detallar que son pacientes con asma bronquial, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (epoc), fibrosis pulmonar y fibrosis quística “quienes cuando se exponen a la contaminación y el frío, presentan aumento de síntomas que los llevan a una crisis de su misma enfermedad”.
Sin embargo, el frío y la contaminación también se coluden contra gente sana, que padecen afecciones de las vías respiratorias., “porque con el frío disminuye el movimiento de los cilios [pelitos en el interior de las mucosas] y los contaminantes y virus penetran con gran facilidad causando la resequedad, irritación e inflamación de estas vías y creando un espacio propicio para las infecciones”, explica Ruth de Celis, investigadora del Centro de Investigación Biomédica de Occidente del IMSS.
La gente sólo padece, sin darse tiempo a investigar los nombres científicos de sus males. Jorge Castillo es empleado en una oficina en el centro de la ciudad y se lamenta de sentirse “mal”. A la pregunta ¿qué tienes?, responde “creo que gripa”. Y despotrica contra el clima.
En las zonas habitualmente contaminadas de la ciudad, la gente ya no se queja. En Miravalle, sufren el ardor de ojos, la comezón y secreción nasal y no hace falta caminar mucho para toparse con testimonios de mujeres, hombres y niños que los padecen.
Las autoridades de Salud aseguran que han hecho lo suyo al establecer y difundir un Plan de Invierno que contiene recomendaciones preventivas de enfermedades, aplicables lo mismo a Miravalle que al resto de la urbe. Y señalan que hay un incremento de infecciones respiratorias, pero el “habitual” de la temporada: 15 por ciento.
Ortiz Peregrina opina que las estadísticas varían y ciertamente no se registra a todos los que se enferman. En consulta externa el incremento es de 15 por ciento, coincide, pero en el hospital el impacto es mayor. “Regularmente vemos por día 30 pacientes, y por estos días llegamos a 60 pacientes”.
¿Qué hacer? Desde el punto de vista médico, la respuesta parece una mala broma: evitar exponerse a los cambios bruscos de temperatura y a la contaminación. Si puede, salga de su casa después de las once de la mañana. Si no, cargue chamarra y bufanda, y resígnese a que en un descuido pueda volverse parte de la estadística de la temporada.