Guadalajara. Agustín del Castillo. PÚBLICO-MILENIO
La improvisación y el apresuramiento en sacar adelante una norma estatal de separación de basura, sin dar tiempo para que se conociera y se fueran introduciendo gradualmente sus buenas prácticas, tienen a ese programa en un vilo y, dentro de esto, la falta de preparación de los funcionarios públicos juega un papel decisivo en contra, afirmó el investigador de la Universidad de Guadalajara (UdeG) Miguel Magaña Virgen.
En particular, criticó las declaraciones del director de Ecología de Guadalajara, Eduardo Catalán Domínguez, quien a su juicio exhibe notorio desconocimiento sobre el asunto. «Una vez más, mientras los gobernantes municipales, estatales o federales insistan en designar directores, jefes o secretarios en el sector ambiental para cumplir compromisos políticos, cuotas de grupos partidistas, pagos de servicios económicos preelectorales o por compromisos sentimentales, los problemas ambientales seguirán aumentando y se complicará más su solución», advirtió, en una opinión enviada a este diario.
Las declaraciones del funcionario, quien señaló la necesidad de multar a los ciudadanos reacios a adoptar la separación, establecen que «este médico ortopedista, ahora con chamba en Ecología, cumple como servidor público, con la regla no escrita de culpar a los gobernados de la ineficacia e ineficiencia gubernamental».
En realidad, agrega, «este programa de separación domiciliaria que estableció la Semades, con amplias y profundas deficiencias tanto estratégicas como de consenso interinstitucional, se estructuró más con visión político-mediática, que con soportes técnicos focalizados, realizables cumplibles y sobre todo, socializantes y educativos».
Esto, debido a que, «cuando los ayuntamientos recibieron legalmente las obligaciones que señala la norma 007/2008 de la Semades, no estaban [ni están] preparados para su atención integral y menos para cumplir los plazos que se establecieron con criterios, más que cumplibles, infantiles, pues éstos se definieron con acuciosa imaginación para tramos administrativos y no para el cumplimiento cabal del programa, convirtiendo los objetivos del documento rector solamente en rollografía ambiental».
Un programa de esta naturaleza «requiere cimientos concretos, como conocimiento amplio de la dimensión del problema, su origen, desarrollo, comportamiento y perspectiva, así como la suficiente capacidad técnica e infraestructura operativa instalada; de la percepción analítica de la cultura social, identificada por barrios, colonias, fraccionamientos, poblaciones y regiones, para definir estrategias específicas; de la disposición del sector empresarial para involucrarse, como inversionista en la infraestructura de las soluciones […] Lo declarado, informado y realizado hasta este momento no señala de ninguna manera que estos requisitos fueron cumplidos, por lo que sólo estamos viendo otro intento gubernamental más para resolver el problema ambiental con discursos, decretos y publicidad politizada —o sea, buro-mediática—)».
Y difícilmente se logrará mientras los puestos sean trampolín de políticos y haya desprecio de la participación ciudadana. El gobierno debe ser facilitador, no acaparador de las soluciones, puntualizó Magaña Virgen.
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CLAVES
Las involucradas hasta ahora, dos zonas
El municipio de Guadalajara está dividido en siete zonas; el programa de basura prevé que, cada mes, una nueva se sume a la separación; en la ciudad hay medio millón de domicilios
Hasta ahora, sólo separan su basura, en forma obligatoria, los vecinos de las zonas 1 Centro y 4 Oblatos, con casi 40 barrios; en marzo le toca empezar a la zona 6 Tetlán