Como lo demostró el último gran incendio, el modelo de protección para el bosque es obsoleto. Urge acelerar el proceso para su total expropiacición
Por Raquel Gutiérrez Nájera / Departamento de Derecho Social del CUCSH
14 mayo 2012.- Para quienes vivimos en el área conurbada de Guadalajara, el incendio de abril de 2012 de nuestro muy querido Bosque La Primavera, revivió una vez más nuestra memoria histórica. Memoria colectiva que no debemos permitir que muera, porque sin duda alguna es la garante de la protección del pulmón principal y estratégico de la metrópoli, por los beneficios ambientales que nos provee.
El referente anterior nos recuerda cómo los incendios provocados, ya sea de manera dolosa o por imprudencia, han sido utilizados para el cambio de uso del suelo que permita otras actividades, como la agricultura, desarrollo urbano, aprovechar la madera, etcétera.
El Bosque La Primavera, en 2005, sufrió uno de los incendios más fuertes en la historia de protección del área. Las cifras oficiales quemadas reconocidas oscilaban entre las 9 y 11 mil hectáreas aproximadamente.
De 2005 a la fecha, año con año en tiempo de secas, el bosque se encuentra en riesgo permanente de sufrir incendios, como han ocurrido. Este año, de nueva cuenta estamos en presencia de otro de los incendios de grave magnitud en cuanto a las hectáreas afectadas (estiman en más de ocho mil hectáreas).
Aún no se evalúa el daño real al bosque que, sin embargo, nos hace reflexionar sobre la vulnerabilidad ambiental, social y económica e institucional del bosque La Primavera como un “bien escaso”.
La Primavera prácticamente quedó enclavada en un sistema urbano compuesto por varias ciudades y/o municipios, como es toda el área conurbada a la que alimenta y provee de invaluables servicios ambientales, de donde deviene su valor ambiental fundamental como “bien escaso”.
De igual manera, las causas que motivaron su protección en los 80 y que merecieron fuera declarada por causa de “Utilidad Pública”, Zona de Protección Forestal y Refugio de la Fauna Silvestre. Una superficie aproximada de 30 mil 500 hectáreas siguen vigentes hoy.
En efecto, el decreto federal reconoce que en su área se encuentran macizos forestales, acuíferos subterráneos y aguas superficiales que en gran parte regulan las condiciones ecoclimáticas de Guadalajara, Tlaquepaque, Zapopan, Tala, Tlajomulco y otras poblaciones aledañas y principalmente a los valles de Atemajac y Ameca y que por su configuración topográfica constituyen un refugio natural de la fauna silvestre que subsiste libremente en dicha región, de acuerdo a Decreto Federal de 1980.
El referente anterior justificó de esa manera la “utilidad pública del Bosque La Primavera” para asegurar las condiciones de la calidad de vida de los habitantes de la segunda metrópoli de México. Las motivaciones que justificaron la utilidad pública en la protección del bosque de manera expresa, buscan “…contribuir a evitar que se siguiera realizando, como hasta entonces, una explotación desmedida y sin control de los recursos forestales, así como para acabar con la afectación de los predios al interior de la zona para fines urbanísticos, dado que estas acciones y otras realizadas en el sitio habían provocado un notable desequilibrio ecológico y erosión de los suelos de la citada región, con la disminución de los beneficios que prestaba el lugar, así como la amenaza de su extinción” (Decreto federal de 1980).
De igual manera, el Área Natural Protegida “La Primavera” sigue amenazada, aun con el régimen que favorece su protección, por las mismas causas que originaron su declaratoria en los 80, es decir, el desarrollo urbano y las obras de infraestructura que lo acompañan, etcétera, tales como el macrolibramiento, creación de nuevos asentamientos humanos, la Villa Panamericana, los cambios de uso del suelo, en el polígono circundante al de protección, y la urbanización hormiga de sus terrenos.
A más de 30 años del Decreto de La Primavera, el modelo de protección es insuficiente para garantizar su permanencia. Hay que blindarla con un acuerdo presidencial que la reconozca como un ecosistema estratégico y de seguridad nacional, para conservar las fuentes de vida del área conurbada de Guadalajara, y la expropie por causa de utilidad pública.