CALETA DE CAMPOS.- La presencia del narco en la costa de Michoacán, los asesinatos en Caleta de Campos a finales del 2006 y el operativo del Gobierno federal en contra de la delincuencia en la entidad generaron que por primera vez en 25 años se cerrara el campamento para el rescate de tortuga marina ubicado en la playa de Mexiquillo.
La decisión de no abrir el campamento se tomó en la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) ante el temor de que el personal técnico resultara agredido al recorrer la playa en su tarea nocturna de rescatar nidos de tortuga.
Laura Sarti Martínez, quien lleva 25 años luchando por rescatar esta especie, tomó la decisión junto a otros funcionarios del Gobierno federal.
«Yo prefiero perder unos nidos de laúd a perder un técnico», argumentó a REFORMA.
Mexiquillo, en la costa sur de Michoacán, se ubica en una zona caracterizada por comunidades rurales con alto nivel de desempleo y de narcotráfico.
Con el operativo de seguridad impulsado por el Gobierno federal en el estado, la presencia militar se hizo más que evidente.
Los vehículos verde olivo circulan por la carretera de la costa con miembros del Ejército cargando armas de alto poder, y Caleta de Campos, donde la muerte por bala se hizo cosa común el año pasado, se mantiene en calma por los patrullajes continuos en sus calles.
A menos de 10 kilómetros de Caleta está Mexiquillo, playa de 12.5 kilómetros sin infraestructura turística, sin una sola lámpara que la ilumine y donde la inmensa bóveda celeste se contempla a plenitud en las noches sin luna.
Ahí comenzaron a trabajar los biólogos de la UNAM en 1982 buscando salvar tortugas laúd. Ahí fue también el escenario de un asesinato en 2003, cuando un grupo de asaltantes disparó contra un elemento de la Marina que trató de impedir el robo de una cuatrimoto.
Este 2007, sin la presencia de elementos de la Conanp en Mexiquillo, la responsabilidad de cuidar las tortugas y sus nidos quedó en manos de los miembros de dos grupos comunitarios integrados en el Programa de Empleo Temporal (PET) que financia el Gobierno federal, otorgando a habitantes de zonas marginadas un salario mínimo por la labor encomendada.
En este caso se trata de caminar toda la noche por la oscura playa, rescatar nidos de laúd y colocarlos en un corral de incubación donde se vuelven a sembrar esperando que las crías nazcan a los 45 días.