Por: Ana Claudia Nepote
30 de diciembre 2020.-Otto Schöndube, un personaje imprescindible de la arqueología del Occidente de México, murió este 30 de diciembre en Guadalajara.
Su compromiso profesional que desarrolló a lo largo de cinco décadas estuvo anclado a divulgar el conocimiento arqueológico y a la preservación del patrimonio cultural y eso fue reconocido por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) quien lo nombró en 2014 como uno de sus investigadores eméritos.
Murió en su casa casa, tranquilo y acompañado de sus hijos y esposa.
Schöndube nació un 13 de diciembre de 1936 en Guadalajara, aunque pasó su infancia y creció en un pueblo del sur de Jalisco llamado Tamazula. Posteriormente se mudó a Ciudad de México en donde realizó sus estudios en la Escuela Nacional de Antropología e Historia.
En 1962 se incorporó como trabajador en el INAH y una década después fue transferido a trabajar en el INAH Jalisco.
Su labor ha sido reconocida por sus estudios en la arqueología con énfasis en el medio ambiente. Fue un naturalista innato dedicado a hacer arqueología con los pies. Entusiasta del trabajo de campo, destacado profesor universitario y ávido curador en el Museo Regional de Guadalajara.
Parte de sus trabajos pioneros en Michoacán se vincularon al rescate arqueológico de la zona de El Infiernillo previo a la construcción de la presa. Cuando Otto Schöndube estudió en la ENAH se privilegiaban los trabajos de campo. En la década de los setentas participó en las exploraciones arqueológicas en San Felipe de los Alzati, un importante lugar de vigilancia y protección del territorio purépecha.
También participó en la apertura del Museo Nacional de Antropología en 1964. En aquel tiempo colaboró en el traslado de las piezas de las colecciones del Museo Nacional ubicado en la calle Moneda en Ciudad de México a las nuevas instalaciones en el Bosque de Chapultepec.
Gracias a las expediciones que organizaba junto con sus hermanos al Volcán de Tequila, al Nevado de Colima o al Nevado de Toluca, en este último lugar encontró – sin excavar – una estela prehispánica que resultó ser un antiguo instrumento de astronomía. Se especializó en las culturas prehispánicas del occidente de México, estudioso de las tumbas de Tiro y de la cuenca de Sayula.
Estuvo a cargo, a inicios del siglo XXI del proyecto de investigación del espectacular hallazgo de un esqueleto de gonfoterio – un tipo pequeño de elefante prehistórico – en el Lago de Chapala. Actualmente el esqueleto de este espécimen se puede apreciar casi completo y armado en el Museo de Paleontología de Guadalajara.
Por esta y otra plétora de actividades y publicaciones, Otto Schöndube fue reconocido con el Premio Jalisco en la categoría de Ciencias, Premio Ciudad de Guadalajara, exposición y homenaje en el Museo Trompo Mágico del Gobierno de Jalisco por su trayectoria como “detective del pasado”; también recibió la Medalla Severo Díaz que otorga la Sociedad de Geografía y Estadística, además del Galardón al Mérito Museístico de Jalisco.
Fue miembro de la Sociedad Mexicana de Antropólogos, presidente honorario vitalicio de la Benemérita Sociedad de Geografía y Estadística del Estado de Jalisco, de la Sociedad de Ciencias Naturales de Jalisco y de la Comisión Nacional para la Conservación del Patrimonio Nacional.
Durante el Homenaje que la Feria Internacional del Libro de Guadalajara le hiciera en diciembre de 2011 con el premio Arpa FIL en su vigesimoquinta edición, su colega Eduardo Matos Moctezuma, miembro de El Colegio Nacional, definió a Schöndube como un “arqueólogo que hace su trabajo a pie, recorriendo el campo, va, busca, excava, limpia, interpreta, difunde”.
Este día de su muerte los integrantes del Centro INAH Jalisco consideran a Schöndube como un “pionero de la arqueología del occidente mesoamericano, investigador comprometido con el patrimonio cultural, un referente en el Museo Regional de Guadalajara y en todo el instituto”.
Otto Schöndube formó parte del grupo de 37 artistas jaliscienses que se beneficiaron con el Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico (PECDA) en 2019. Colaboró con la curaduría y contenidos del Museo de Arqueología J. Jesús Figueroa Torres de Sayula, Jalisco.
Por otro lado, la sala de Arqueología del Museo de Antropología e Historia de Ocotlán, Jalisco lleva su nombre. Era Decano en el Museo Regional de Guadalajara y profesor de Historia y Antropología en el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de Guadalajara.
Quienes lo conocieron lo recordarán como un excelente conversador, generoso, alegre, entusiasta y curioso por los nuevos conocimientos en antropología, arqueología y naturaleza. Sus andanzas y trayectoria en la arqueología y en los estudios culturales del occidente de México estuvieron siempre apoyados por la invaluable compañía de Elisabeth Friedewold.
Una de sus últimas conferencias que impartió en línea debido a la contingencia por la pandemia por COVID-19 ocurrió en septiembre pasado, una charla inspirada en la exposición “Caritas prehispánicas” que reunió el coleccionista Alexander Von Wuthenau y que se exhibe actualmente en el Centro Cultural Juan Beckman Gallardo en Tequila, Jalisco.
Su familia honrará su vida y legado con dos celebraciones a futuro, una vez que la pandemia esté más controlada. Sus cenizas serán depositadas en Tamazula de Gordiano, Jalisco, siguiendo los deseos del arqueólogo.