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Viola clausura rastro en Tonalá: vecinos


Una simple tira de plástico amarilla con la palabra “clausura” en el Rastro El Edén, no resolvió el problema de los caudales de sangre que diariamente caen al Río Santiago, a unos metros de las fincas del barrio Cantarranas, en Puente Grande, Tonalá.

A pesar de que el Ayuntamiento tonalteca cerró el miércoles pasado el área de matanza, con el argumento de que el negocio no cumple con las normas ambientales (EL INFORMADOR/27-05-09), habitantes de Puente Grande aseguran que el desagüe sigue arrojando pellejos y líquido teñido de rojo.

Salvador Salcedo vive desde hace 35 años a cuadra y media del afluente. La “supuesta” clausura es “sólo una acción política porque no han dejado de descargar la sangre y el problema no es sólo del rastro, viene de aguas arriba, porque el chorro de El Salto ya viene con gases, metales y cosas nocivas. Yo lo vi como un: ‘Queremos aplacarlos’. Nos quieren callar en una forma, pero no dan ningún alivio”. Refiere que “es importante” que El Edén cumpla con la norma, “pero no son los únicos. Hay porcícolas más viejas que descargan al drenaje que luego cae al torrente”.

El rastro descarga al drenaje municipal, que cae directo al Santiago. De acuerdo con la Ley de Aguas Nacionales, es competencia de la Comisión Nacional del Agua. Sin embargo, Raúl Antonio Iglesias Benítez, director general

de la Cuenca Lerma-Santiago-Pacífico, justifica que la sangre cae a un predio y por lo tanto no les toca.

Salcedo está en el casino El Niágara, junto al puente de El Salto. Ahí se eleva la espuma como un verdadero espectáculo, la peste a huevo podrido y las nostalgias de su infancia junto al Santiago. Es uno de los 266 delegados de 119 poblaciones que participaron en la cuarta Asamblea Nacional de Afectados Ambientales, “porque esto era antes nuestra vida, nuestra forma de vivir. No teníamos escasez de comida, pescábamos peces de más de metro y medio. Los colgábamos detrás y a veces eran más altos que uno”.

Por momentos detiene las palabras. “Estoy lleno de emociones”, explica tímido, con los ojos inflamados de agua, pero de la limpia, de la que limpia las penas, sobre todo cuando aborda el tema de su niño que tuvo cáncer de hígado —“los doctores dicen que por vivir cerca de aguas sucias”— y porque “sentía una desesperación bárbara… con el tiempo supimos que la culpa era del río contaminado”.

EL INFORMADOR publicó el lunes pasado que en Puente Grande hay un sinfín de padecimientos. Un espejo de lo que sucede en El Salto, en Juanacatlán o en cualquier asentamiento humano cercano al río. “Todo esto nos ha unido, tenemos un año organizándonos y nos importa lo que le afecta al otro. Pero a veces sí nos da miedo de que por hablar, por defender nuestros derechos, nos repriman”, concluye Salcedo, después de conocer que las personas que han peleado por sus recursos naturales, han sido encarceladas o amenazadas.

Ninguna porcícola cumple normas ambientales

Cuando escuchan la palabra El Edén, piensan en el infierno. De inmediato cuentan la imagen que se les quedó tatuada en la memoria, cuando las calles de Puente Grande, en Tonalá, comenzaron a sangrar, hará unos tres meses. “Se tapó el drenaje y se nos vino la cochinada por unos días. Se botó todo el pellejal, las vísceras y todo corría desde arriba (de la plaza del pueblo)”, explica Rita Reynoso, con la boca torcida de asco, apenas a una cuadra del Río Santiago, donde vive, mientras camina con todo y delantal para mostrar el tubo por el que el rastro vomita los restos de animales.

En el sitio, ubicado justo antes del puente histórico de Tololotlán —simbólico rumbo a los festejos del Bicentenario de la Independencia—, las vecinas siempre salen de sus casas y enseñan la piel deformada por piquetes infectados de moscos, inflamadas de ronchas que tapizan sus cuerpos como gusanos encarnados, y relatan las historias de parientes con cáncer. Su única certeza es que la agonía del pueblo de más de cinco mil habitantes se debe a la contaminación que viene “desde aguas arriba”.

El viernes 29, la Comisión Estatal del Agua presentó los resultados del segundo muestreo del Río Santiago. La conclusión es que los principales contaminantes son las industrias y las porcícolas.

De acuerdo con un estudio que hizo la Comisión Estatal del Agua (CEA) en 2006, hay 80 descargas irregulares que contaminan al Santiago, de las cuales 11 son de origen pecuario: Granja en Santiago Totolimixpan (Zapotlán del Rey), Venagen (Tonalá), Brecha M.I. del Río Santiago (Tonalá), dren de la porcícola Azteca (Tlajomulco), GenPro (Ixtlahuacán de los Membrillos), Las Porquerizas Taretán (Atotonilco) y Sr. Luis González (Atotonilco), y un último punto que es un canal donde se mezcla agua de Caabsa-Eagle y Venagen.

Las más grandes son Venagen y GenPro, y aunque son dos de las 116 que cuentan con biodigestores en la Cuenca del Santiago, ninguna tiene planta de tratamiento para las aguas residuales y las escupen repletas de sólidos suspendidos. Por ello, la Procuraduría Estatal de Protección al Ambiente (Proepa) considera que ninguna granja en Jalisco cumple con las normas federales y estatales en esta materia.

En el estudio no están incluidos los rastros, como El Edén. Tampoco las porquerizas más pequeñas, más discretas que descargan directo a las venas de los drenajes municipales que luego caen al gran cauce. Un ejemplo es la empresa Los Vega —una de las 466 granjas que crían puercos cerca de la Cuenca del Santiago—, también ubicada en Puente Grande.

En enero de 2000, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación realizó estudios de los efectos ambientales de la producción porcícola. El documento (que se encuentra en inglés citado en un documento de la Secretaría de Medio Ambiente de Recursos Naturales), señala que el tema requiere de inmediata atención, pues las empresas descargan directo al agua o a la tierra sin previo tratamiento, lo cual puede generar graves problemas ambientales y de salud a la población.

El problema principal —dice el documento de 2005, que plantea proyectos de manejo para este tipo de residuos— es que en la última década la producción de puercos en México creció 28%, y en 2005 el país llegó a una población total de 14 millones 625 mil 199 de animales, de los cuales dos millones 113 mil 685 eran de Jalisco, por lo cual era el Estado con mayor producción —de 1994 a 2001, la producción aumentó 87%—. Si se introdujeran digestores anaerobios en cada uno de estos negocios, Jalisco podría reducir la generación de dos millones de toneladas de dióxido de carbono cada año (no especifica cuánto se genera actualmente).

En la “macrorrecomendación” que emitió la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Jalisco (CEDHJ) en enero de este año, uno de los puntos que aborda son las descargas porcícolas, por lo que pide a los municipios que inspeccionen las zahúrdas.

Verónica Hernández, de El Perote, Veracruz, donde presuntamente se detectaron los primeros casos del virus de influenza A H1N1, aprovechó el contexto de la Asamblea Nacional de Afectados Ambientales para explicar que un cerdo produce 10 veces más excremento y 4.5 veces más el nitrógeno producido por el ser humano. Más de 80% de los antibióticos suministrados a los cerdos, pasan sin cambios a través de los animales hacia las lagunas ricas en bacterias. Una empresa porcícola, con un promedio de 100 mil cerdos, puede producir el desecho fecal equivalente a una ciudad de un millón de personas.

¿Es agua?

El diccionario dice que el agua es inodora, insípida e incolora. Por lo tanto, en el Santiago hay cualquier cosa, menos agua.

Sin tener que hacer estudios de laboratorio, el cubano Enrique Beldarrain Chaple, Premio Nacional de la Ciencia y Miembro del Comité Científico del Tribunal Latinoamericano del Agua, señaló en un recorrido que realizó hace más de un mes por El Salto, que en su opinión de experto, la población está expuesta a graves problemas de salud, tanto físicas como emocionales, y que el Santiago puede sanearse pero con un sistema de tratamiento integral.

Es decir, las grandes plantas de Agua Prieta y El Ahogado no resuelven el problema, como lo asegura el director de la Cuenca Lerma-Santiago-Pacífico, Raúl Antonio Iglesias Benítez.

Pero el elemento más importante, dijo; es devolverle la esperanza a la gente que vive cerca del afluente, pues hay una “brecha” cada vez más grande entre el lenguaje de las autoridades y lo que piensa la población, que cada vez “se siente más enferma e indefensa”.

Aunque hay ríos más afectados por la contaminación, para el Tribunal Latinoamericano del Agua, el problema más grave es el del Santiago, dada la cercanía de las poblaciones.

Redacción Verdebandera