25 de agosto de 2025.-Por fin existen de manera oficial, por fin tienen el papel que los reconoce como comunidad indígena. Es la Comunidad Nahua de Tonalá que existe, persiste y resiste pese a que la quisieron desaparecer.
Hoy ya se encuentran en el catálogo de pueblos indígenas de México y para hacerlo de manera oficial se realizó una ceremonia en el Cerro de la Reina, que forma parte de su territorio reconocido así por la corona española y que hasta el Siglo 21 se les concedió la razón por las autoridades de nuestros tiempos.
Ahora ya tienen personalidad jurídica, autonomía en la toma de decisiones colectivas y autoridad sobre su territorio, aunque las autoridades municipales y estatales aún no los hayan catalogado como pueblo indígena, lo que ahora exigen.
Una ceremonia con humos sagrados, el baile de los tastoanes y la presencia de integrantes de la comunidad en el Cerro de la Reina fue el escenario del reconocimiento entregado por Bianca América Enríquez López (Tanima), delegada del Instituto en Jalisco.
Felipe Bernabé, el secretario de la Comunidad Indígena, ofreció el discurso oficial a nombre de su pueblo.
“Con el mismo respeto decimos al gobierno del estado de Jalisco: les toca estar a la altura. Les toca dejar de mirar hacia otro lado y reconocer, en su padrón estatal, lo que el país ya reconoce hoy. Les toca cumplir con la consulta previa, libre e informada, cada vez que se quiera decidir sobre nuestro territorio”.
“A Jalisco y a Tonalá les toca escuchar a la asamblea, y no solo a los planos y a los negocios que no entienden de raíces ni de espíritus. Les toca corregir lo que negaron y reparar lo que dañaron. Nuestra necedad de existir —pese a su necedad de negarnos— también es una invitación: aquí caben si vienen con respeto y buena voluntad, como la que hemos mostrado nosotros”.
Agregó que el reconocimiento por parte del Instituto Nacional de Pueblos Indígenas “no es un favor: es el reconocimiento formal de un derecho que nos antecede.Decimos esto con la frente en alto y, sí, con la indignación justa de quienes han resistido siglos de despojo, negación e intentos de borrarnos del mapa y de la memoria”.
“Durante años nos dijeron que no existíamos; que lo indígena “ya no estaba” en Tonalá. Nos quisieron desaparecer sin tumbas ni ataúdes, con sellos y acuerdos, con expedientes que cierran puertas y con discursos que inventan excusas”.
En el evento estuvo presente Claudia Gómez Godoy, comisionada para Restauración y Saneamiento del río Lerma-Santiago, además de la diputada federal Claudia García Hernández, y
Debido a su importancia histórica, en Verdebandera les compartimos el texto íntegro del discurso de Felipe Bernabé, ofrecido a nombre de la comunidad indígena, en el evento protocolario de su reconocimiento por parte del Estado Mexicano:
Aixcaquema!!!
Hermanas y hermanos de la Comunidad Indígena de Tonalá; mayores y guardianas de la memoria; niñas, niños y jóvenes que son nuestro futuro; vecinas y vecinos de nuestro municipio de Tonalá; medios de comunicación; autoridades presentes:
Hoy no venimos a pedir permiso para existir: venimos a celebrar que la verdad de este pueblo —que nunca dejó de ser— por fin queda escrita en un papel que el propio Estado debe reconocer. La constancia que hoy entrega el gobierno federal acredita a la Comunidad Indígena de Tonalá en el Catálogo Nacional de Pueblos y Comunidades Indígenas y afrodescendientes del INPI, reconociendo así la personalidad jurídica de nuestro pueblo como un sujeto de derecho público, lograda gracias a los siglos de lucha que dieron nuestros antepasados. Esto no es un favor: es el reconocimiento formal de un derecho que nos antecede.
Decimos esto con la frente en alto y, sí, con la indignación justa de quienes han resistido siglos de despojo, negación e intentos de borrarnos del mapa y de la memoria. Durante años nos dijeron que no existíamos; que lo indígena “ya no estaba” en Tonalá.
Nos quisieron desaparecer sin tumbas ni ataúdes, con sellos y acuerdos, con expedientes que cierran puertas y con discursos que inventan excusas. Tal es el caso de nuestro Tastuan Mayor, Miguel Pila Galan, qué una bola de advenedizos lo hicieron pasar por muerto para que dejara de luchar por nuestra comunidad.
Por eso nos nombramos “desaparecidos vivientes”: porque, aun cuando intentaron borrarnos, seguimos aquí, vivos, visibles, tercos, obstinados en existir.
Nuestra historia no se cuenta en oficinas: se cuenta en el Cerro de la Reina, en las danzas de los Tastoanes, en los caminos que suben y bajan de este ombligo de piedra que nos dio identidad. Somos herederas y herederos de una defensa que viene de lejos —de antes y después de la conquista—, una defensa que no cabe en un solo libro, pero que sí cabe en nuestros pasos de hoy. Aquí, donde nuestros abuelos enseñaron a nombrar el territorio y a honrar los manantiales, nos volvemos a decir que Tonalá no empezó con ningún gobierno y no terminará con ningún padrón o ningún catálogo.
Si hoy recibimos esta constancia, es también porque caminamos los senderos de la ley con la misma dignidad con la que caminamos el cerro. Peleamos en tribunales, alzamos la voz en asambleas, consultamos a nuestras y nuestros mayores, escribimos decretos propios para cuidar lo que es sagrado, este cerro donde el Sol nos abraza cada mañana y desde donde nuestro padre nos observa y cuida.
Donde hubo indiferencia, pusimos organización. Donde hubo puertas cerradas, hicimos comunidad. Donde hubo intentos de privatizar con el Yolkan y partir nuestra casa común, respondimos con la regla más antigua de los pueblos: el territorio se defiende con la vida, la palabra y la razón, por eso nos amparamos y la justicia federal reconoció nuestro derecho de ser escuchados mediante una consulta y un consentimiento.
Este reconocimiento federal tiene un mensaje claro: existimos y tenemos derechos. Y con el mismo respeto decimos al gobierno del estado de Jalisco: les toca estar a la altura. Les toca dejar de mirar hacia otro lado y reconocer, en su padrón estatal, lo que el país ya reconoce hoy. Les toca cumplir con la consulta previa, libre e informada, cada vez que se quiera decidir sobre nuestro territorio. A Jalisco y a Tonalá les toca escuchar a la asamblea, y no solo a los planos y a los negocios que no entienden de raíces ni de espíritus. Les toca corregir lo que negaron y reparar lo que dañaron
Nuestra necedad de existir —pese a su necedad de negarnos— también es una invitación: aquí caben si vienen con respeto y buena voluntad, como la que hemos mostrado nosotros.
A las y los periodistas: gracias por ser testigos. Hoy la noticia no es un papel firmado, es un pueblo que se nombra a sí mismo. Les pedimos contar esta historia completa: la del reconocimiento, sí, pero también la de la lucha larga, la de los silencios rotos, la de la esperanza que no se rindió. Que quede dicho que Tonalá es cultura viva; que aquí se cuida el cerro y todo el territorio indígena, el agua, los sitios sagrados, las memorias y los oficios; que aquí la palabra “desarrollo” solo vale si no significa despojo.
A nuestras aliadas y aliados en universidades, colectivos, instituciones y barrios: este logro también es suyo. Los decretos y sentencias abren puertas, pero lo que sostiene la casa es la comunidad que cocina, baila, aprende, cura, trabaja y recuerda. Sigamos tejiendo lo común: construyamos escuelas que enseñen nuestra historia, oficios que respeten la tierra y el barro artesanal, cuidados que pongan la vida al centro. Que nadie vuelva a decir que “lo indígena” es pasado en Tonalá: lo indígena es presente y horizonte futuro.
A las autoridades federales que hoy nos acompañan: gracias por hacer lo que corresponde. El papel que hoy entregan debe convertirse en hechos cotidianos: respeto a la asamblea, participación real en las decisiones, protección efectiva del Cerro de la Reina como espacio biocultural, garantía de que ninguna obra o proyecto pase por encima de nuestra voz. Este reconocimiento será verdadero si, desde mañana, ninguna oficina municipal, estatal o federal, en cualquiera de los tres poderes del Estado, vuelve a tratarnos como si no estuviéramos. Aquí estamos.
A nuestro propio pueblo nos decimos: esto no es la meta, es un nuevo comienzo. Cuidemos el cerro como se cuida a la madre: sin regateos. Organicemos a las y los jóvenes para que hagan suya la responsabilidad de sostener la casa común. Abramos la palabra a las mujeres que han cargado, por generaciones, la fuerza del barrio, la fiesta y nuestra sagrada jugada de Tastoanes que recuerda esta historia de despojo. Tendamos la mano a quienes aún dudan o temen: nadie sobra en un pueblo que decidió existir con dignidad. Y cuando vuelvan los intentos de partir nuestra tierra o de callar nuestra voz —porque volverán—, respondamos con lo que sabemos hacer: asamblea, cuidado, memoria, cultura y lucha.
Hoy celebramos con música, con danza y con palabra. Celebramos sin olvidar. Porque la memoria no se usa como adorno: es la raíz que nos mantiene de pie. Por nuestras y nuestros antepasados, por quienes ya no están, por nuestras hijas e hijos, por quienes vendrán, por todas y todos los ciudadanos de Tonalá, decimos: la comunidad indígena nahua de Tonalá existe, resiste y persiste.
Axicaquema!!
Que se escuche y que se repita hasta que nadie pueda negarlo:
—¡En Tonalá estamos un pueblo originario!
—¡El Cerro de la Reina no se vende: se ama y se defiende!
—¡Nuestra dignidad no se negocia, se ejerce! Muchas gracias. Aixcaquema!!







